Los lahares suceden cuando en un periodo breve, se acumula un gran volumen de agua. El mecanismo de disparo más común son las lluvias intensas; los huracanes y las lluvias tropicales son frecuentes desencadenantes. También pueden generarse por el derretimiento de un glaciar o por el desbordamiento de un lago.
Los lahares se producen por la movilización de rocas, suelos, arena, arcilla o troncos, los cuales se encuentran acumulados en pendientes abruptas del volcán.
La lluvia genera que estos flujos se movilicen y se desplacen por gravedad con una apariencia similar al concreto mojado.
De acuerdo con datos de la Universidad Nacional Autónoma de México el volcán de Colima es ideal para estudiar el proceso del lahar, señala que cada año hay más de 1000 milímetros de lluvia; durante sus erupciones, se deposita abundante material en las barrancas; y por año se registran de 20 a 40 eventos de este tipo.
Como parte del monitoreo de lahares del Volcán de Colima se cuenta con una estación ubicada en la barranca de Montegrande, junto con una cámara por donde se observa el flujo que se encuentra vigilada por la CeGeo de la UNAM, Universidad de Colima y Centro Nacional de Prevención de Desastres, compartiendo las señales y las imágenes del lahar en coordinación con las autoridades de protección civil.