Para Simón Tavera, Sociólogo de la UNAM, en México los programas de prevención y atención de víctimas o victimarios no están evaluados, es decir la política pública que se utiliza para la disminución de los delitos son programas establecidos por una dependencia, sin antes poner como foco o como protagonistas del proceso de cambio al ciudadano y comunidades, lo que ha provocado que no haya un enfoque de seguridad ciudadano.
Consideró que si se pone como focos rojos a las comunidades quiere decir que se exige que todos los programas sociales y públicos tengan que aterrizar de una manera coordinada en las comunidades, con base al esfuerzo de los tres niveles de gobierno, sociedad civil, ciudadanos y academias.
"La manera acostumbrada es que tenemos como políticas públicas Conadyt para el tema de adicciones, Injuve, INMUJERES, cultura y luego son programas que al llegar a las comunidades no se tocan, no se coordinan y no son propuestas integrales", puntualizó.
Simón Tavera subrayó que cada programa que se construya tiene que partir de diagnósticos locales de cada municipio y no replicar por igual la misma estrategia que se aplicó en otros lugares.
Reveló que también lo que ha faltado son las estrategias de movilidad territorial, principalmente en comunidades vulnerables, que garantice condiciones de desarrollo, con base a infraestructura urbana, luminaria, parques y biblioteca, ya que estas no han sido aún incorporadas en las políticas públicas de prevención social de la violencia.
"Es una estrategia que democratice el acceso a los servicios públicos, entonces si nosotros creamos una movilidad territorial de las personas para que puedan llegar a esos lugares que tendría como requisito una organización comunitaria donde ellos detectan grupos de interés, se organizan, para participar en ciertas actividades y por otro lado la administración facilite el acceso entonces podemos cambiar en el corto plazo está situación", dijo.
El sociólogo de la UNAM citó como ejemplo que esta estrategia funcionó en Ciudad Juárez en el 2010, donde hubo de manera sinérgica una intervención de autoridades, ciudadanos y academias, logrando que en dos años pasaran de cometerse 165 homicidios por cada 100 mil habitantes a 26, pero el problema fue que no se mantuvo esta estrategia.