Tras dedicarse durante 55 años a bolear zapatos en la periferia del mercado Tomasa Esteves, el señor José Ángel Robles tuvo que dejar de trabajar ante la pandemia del Covid-19.
Cada boleada de zapatos tiene un costo de 30 pesos, ese era el ingreso que permitía al señor Ángel llevar el sustento a su hogar, además de que con lo que ganaba pagaba el medicamento de su hijo que sufre de convulsiones desde hace más de 30 años, medicamento que debe comprar cada 5 días y tiene un costo de más de 500 pesos.
Ahora, con un pequeño cajón de madera el señor Ángel bolea zapatos en la banqueta de la calle Abasolo, esperando que algún ciudadano requiera de su honrado trabajo.