A pesar de que Estados Unidos es un país conocido por su amor hacia las mascotas, con aproximadamente 160 millones de perros y gatos viviendo en los hogares estadounidenses, el bienestar animal no ha sido un tema de debate en la actual campaña presidencial.
La contienda entre Donald Trump y Kamala Harris ha estado marcada por una serie de divisiones, pero el cuidado de las mascotas ha pasado desapercibido. Solo dos menciones se han hecho en relación a las mascotas, ambas por parte de candidatos republicanos, que generaron reacciones negativas en la opinión pública.
Uno de los momentos más criticados fue cuando JD Vance, el candidato a la vicepresidencia con Trump, hizo un comentario despectivo sobre las mujeres que tienen gatos y no hijos. Sin embargo, el comentario más polémico fue de Trump, quien afirmó que los inmigrantes haitianos "se comen los perros y los gatos". Estas declaraciones han puesto de manifiesto la falta de atención hacia un tema que afecta a millones de estadounidenses.
El bienestar animal es un asunto complejo en Estados Unidos, con numerosas quejas sobre el uso de animales en experimentos farmacéuticos, la aplicación de la eutanasia y los altos costos asociados al cuidado de las mascotas. Según David Favre, abogado y profesor de Derecho de Propiedad y de los Animales en la Universidad de Míchigan, "cuando los candidatos presidenciales tengan plataformas de bienestar animal será un momento increíble". Sin embargo, advierte que los animales son considerados propiedad bajo la ley, lo que dificulta que se aborde este tema a nivel federal.
La diversidad cultural y las diferencias en opiniones sobre el bienestar animal complican aún más su inclusión en el debate político. A diferencia de otros países, como el Reino Unido o España, donde el bienestar de los animales es parte fundamental de la conversación política, en EE.UU. es un tema relegado a un segundo plano.
Durante su presidencia, Trump se convirtió en el primer presidente en un siglo sin una mascota en la Casa Blanca. Su administración eliminó la "protección automática" de especies en peligro de extinción y desmanteló regulaciones que garantizaban el bienestar de los animales de granja. A pesar de esto, Trump firmó leyes que prohíben la crueldad hacia los animales en el comercio interestatal.
Por otro lado, Kamala Harris ha sido reconocida por su trabajo en pro del bienestar animal. Como fiscal general de California y senadora, ha respaldado legislación para proteger a los animales y ha recibido el apoyo del Fondo Legislativo de la Sociedad Protectora de Animales. Harris ha patrocinado proyectos de ley que buscan frenar la crueldad contra los animales, lo que la coloca en una posición favorable ante organizaciones defensoras de los derechos de los animales.
Aunque muchas organizaciones de bienestar animal, como PETA y Best Friends Animal Society, no se involucran directamente en el debate político, están trabajando con legisladores de ambos partidos para promover cambios en las leyes que protegen a los animales. La directora de PETA, Danielle Katz, enfatiza la importancia de colaborar en iniciativas como la Ley CARGO, que busca limitar la experimentación con animales.
A medida que se acercan las elecciones, queda claro que el bienestar animal sigue siendo un tema que no se discute lo suficiente en el ámbito político. La esperanza de muchos es que, en un futuro cercano, los candidatos consideren incluir este importante tema en sus plataformas, reconociendo la relación que millones de estadounidenses tienen con sus mascotas.