Ricardo, es ostionero, en un tiempo de dos horas apenas ha podido extraer media arpilla de ostión de piedra.
El trabajo consiste en sumergirse una y otra vez al fondo marino para poder extraer con una barra en la mano los pedazos de piedras incrustados en otras piedras.
Se apoya con una cámara de llanta envuelta en una malla para colocar los ostiones una vez que los ha sacado del fondo del mar.
"Poco. Medio malón pero mientras salga para comer. Incluso mucha gente se nos arrima sin le vendemos y yo también los abró y aquí mismos pero como no abro yo aquí yo me lo llevo a mi casa", Ricardo, de oficio ostionero.
Es frente al malecón en los monos bichis, donde el ostionero se pone a trabajar durante la mañana.
Sin embargo, en este día el agua del fondo del mar está revuelta pues la visibilidad no le ayuda a poder localizar más ostiones de piedra.
Una docena de ostiones cuestan hasta cien pesos en su concha. El manjar del mar no es fácil de extraer pero si de consumir.