La alimentación en México es conocida por ser sabrosa y rica en sabores, pero también se caracteriza por ser pesada y con altos niveles de grasa y azúcar. Este gusto por la comida poco saludable ha contribuido a que México ocupe el segundo lugar en obesidad en adultos a nivel mundial y el triste primer puesto en obesidad infantil.
Impactando significativamente, pues el 75% de los adultos y el 35.6% de los niños mexicanos se ven afectados por este problema de salud; la dieta tradicional, aunque deliciosa, está teniendo un costo importante en la salud de la población.
La problemática no se limita solo a la alimentación, pues las estadísticas del INEGI revelan que en 2022, solo el 42.1% de la población mexicana realizaba ejercicio de manera regular, y aunque ha ido en incremento, pues en 2021 era el 39.6% y en 2020 el 38.9% este dato resalta la falta de actividad física en la rutina diaria de muchos mexicanos, pues más de la mitad vive una vida sedentaria.
La combinación de una dieta alta en grasas y azúcares con la baja actividad física ha creado un escenario preocupante para la salud pública en México. Es evidente que fomentar la actividad física se ha convertido en una meta vital para contrarrestar los alarmantes índices de obesidad en el país.