Las elecciones presidenciales de Estados Unidos están a la vuelta de la esquina, programadas para el 5 de noviembre de 2024.
La contienda se presenta como una batalla entre dos de los candidatos más fuertes: Kamala Harris del Partido Demócrata y Donald Trump del Partido Republicano. Aunque las encuestas dan pistas sobre quién podría liderar la votación, el verdadero ganador solo se conocerá el día de la elección, un proceso que no sigue el mismo patrón que las elecciones en muchos países de América Latina, donde el voto popular determina al presidente.
El sistema electoral de Estados Unidos es único y, a menudo, causa confusión. A diferencia de otros países, donde el voto directo de los ciudadanos decide el resultado, aquí son los miembros del Colegio Electoral quienes eligen al presidente. Este colegio está compuesto por 538 representantes, y para ganar, un candidato necesita obtener al menos 270 votos. La cantidad de electores de cada estado se basa en el número de sus representantes en la Cámara y sus dos senadores, lo que convierte a la victoria en un asunto de ganar en estados clave.
Aunque el Partido Demócrata y el Partido Republicano son los más prominentes en la escena política estadounidense, no son los únicos. Candidatos independientes como Cornel West, Jill Stein y Chase Oliver también están en la contienda, pero su presencia es a menudo eclipsada por los dos grandes partidos. Esto plantea una pregunta interesante: ¿por qué los candidatos independientes no tienen la misma visibilidad en los debates presidenciales?
La respuesta radica en la percepción de los votantes. Muchos ciudadanos consideran que solo tienen dos opciones viables en las elecciones. Desde 1852, todos los presidentes de Estados Unidos han pertenecido a uno de estos dos partidos, lo que ha llevado a una política dominada por el rojo (Republicano) y el azul (Demócrata). Aunque algunos votantes eligen candidatos de terceros partidos como un símbolo de protesta, estas decisiones raramente afectan el resultado final de las elecciones.
Esta dinámica política resalta la dificultad de los candidatos independientes para hacerse un nombre. A menudo se les presenta como opciones menos viables, lo que desincentiva a los votantes a apoyarlos. Esto perpetúa el ciclo en el que solo los candidatos de los dos partidos principales reciben la atención necesaria para competir en una elección a gran escala.
A medida que se acercan las elecciones de 2024, será interesante observar cómo se desarrollan las campañas y si los candidatos independientes logran captar la atención del electorado. La participación ciudadana en este proceso es crucial, y la comprensión de cómo funciona el sistema electoral puede influir en la decisión de los votantes. Sin duda, el próximo noviembre será un momento decisivo para el futuro político de Estados Unidos.
