La Navidad es una celebración que comparten los sinaloenses pues sin importar la cena o los regalos, los une la felicidad de tener una convivencia con sus familiares, compartir abrazos y buenos deseos.
En la colonia Bicentenario ubicada al oriente de la ciudad de Culiacán también se preparan festejos familiares.
Este sector conocido por ser de las zonas más marginadas de la ciudad, donde sus habitantes son pepenadores del basuron municipal, también se viste de manteles largos por el nacimiento del Niño Jesús.
En uno de esos hogares de lámina y cartón habita Don Federico, un adulto de 65 años de edad y que pasará las fiestas decembrinas en compañía de sus hijos.
"Pues aquí como estoy solo voy a ir con mi familia, unos hijos e hijas que tengo por ahí voy a dar la vuelta en la tarde noche y pues pasar un rato e irme a descansar temprano".
"Desde ayer comí pozole, quiere decir que ya me dieron pozole ayer, aquí nos la pasábamos antes con mi señora pero? pues se me falleció y ahora estoy aquí solo, ni modo que la pase solo, así que voy a ir por ahí a ver a mi gente".
Cerca de la casa de don Federico vive Ceci Arellanes, una mujer de 39 años de edad originaria de Acapulco, Guerrero. Junto a sus dos hijas y su esposo esperan una Navidad en familia y con una cena muy mexicana.
"Pues en Año nuevo sí vamos a ver a la abuela porque está en Guamúchil, pero nosotros aquí voy a hacer una comida a mi esposo y mis hijas nada más. Yo soy de Acapulco, Guerrero, mi esposo es de Guamúchil y vamos a estar aquí porque ahorita no hay dinero para estar para arriba y para abajo pa? gastar".
Pues ahorita voy a hacer unas chalupitas y aguas frescas"
Pero no todos los habitantes de la Bicentenario comparten el entusiasmo por la Navidad. A algunos les da nostalgia no tener recursos para preparar una cena navideña o para sorprender con regalos a los niños.
Ese sentimiento lo conoce María Belén Núñez, una mujer que vive en lo alto de la colonia, donde la única vista es la maquinaria que pasa sobre los bultos de basura y el viento trae un olor intenso a desechos.
"Pues aquí, triste, lo único que le pido a Dios es que esté conmigo"
Y pues yo no tengo dinero para comprarle un regalo o algo, ella hizo una carta, que ella quería su regalo, pero yo ya le dije que ahora no tengo dinero para comprarle su regalo. El refrigerador lo tengo limpio y sin comida, le dije, y tú quieres que te compre un regalo".
María Belén vive en la calle Indígena número 8673, norte, es diabética y no puede trabajar porque su enfermedad le genera complicaciones.
Con información de Valeria Ortega