El Tribunal Supremo de Brasil avaló casi por unanimidad el permitir al Gobierno declarar la obligatoriedad de la vacunación contra SARS-CoV-2, siempre y cuando las personas no se vean obligadas contra su voluntad.
Debido a esto, se abre la oportunidad para que las autoridades nacionales, estatales o municipales sancionen a los ciudadanos que se nieguen a la aplicación del fármaco.
Por tal motivo, los magistrados sostienen que la obligación debe imponerse de manera indirecta, ya que de lo contrario se podría tomar medidas coercitivas negando el acceso a espacios o actividades como restaurantes o gimnasios.
Ante este hecho, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, expresó su rechazo hacia el fallo del Supremo asegurando que su Gobierno no tomará ninguna medida coercitiva, y mediante una entrevista argumentó que cada persona tiene derecho a decidir si recibe o no tratamiento médico.
"Nadie puede obligar a nadie a que se vacune. Si el tipo no quiere que le traten más que eso. No quiero quimioterapia y me voy a morir, ese es mi problema. Estamos jugando con vidas. ¿Dónde está nuestra libertad? Aquí está la democracia. No es Venezuela, no es Cuba", aseguró Bolsonaro.