La violencia infantil en Querétaro aumenta: zonas de alto riesgo y su impacto en las víctimas
A 20 años de su fundación, Puerta Abierta enfrenta el reto de rehabilitar a niñas con traumas más severos, mientras la violencia en comunidades como Hércules y Santa María Magdalena sigue en aumento.
El incremento de la violencia en Querétaro ha dejado huellas más profundas en las niñas que llegan a Puerta Abierta, una institución de asistencia privada que celebra su 20 aniversario. Su fundadora, Connie Durán Robertson, destaca que las niñas que hoy reciben apoyo presentan traumas más severos que aquellas que llegaron hace dos décadas. La violencia, ya más visible y difícil de erradicar, deja consecuencias que afectan su desarrollo físico, emocional y social.
En entrevista, Durán Robertson compartió que la violencia que viven las menores ha cambiado con el tiempo. "La violencia es mucho más fuerte hoy en día y deja huellas más difíciles de rehabilitar", señaló. Mientras que antes las agresiones eran denunciadas por vecinos u otros familiares cercanos, actualmente, la violencia infantil parece haberse normalizado, lo que retrasa la intervención hasta que los niños ya son adolescentes.
La institución, que trabaja con niñas de entre 7 y 23 años, tiene como objetivo principal ofrecerles las herramientas necesarias para alcanzar la independencia financiera y emocional. A través de programas educativos, emocionales y físicos, busca empoderar a las niñas y prevenir ciclos de violencia. Sin embargo, el reto de erradicar esta problemática se extiende más allá de las paredes de Puerta Abierta, y se encuentra en las comunidades de alto riesgo en Querétaro.
ZONAS DE ALTA INCIDENCIA:
Zonas como Santa María Magdalena, San José del Alto, Hércules y Santa Rosa, reconocidas por su alto índice de violencia, continúan siendo los focos de atención del programa PACCIA, desarrollado por Puerta Abierta. Este programa de prevención ha alcanzado a más de 5,000 niños, padres y personal escolar, con el objetivo de ofrecerles las herramientas necesarias para prevenir el maltrato infantil. Sin embargo, a pesar de los avances, la violencia sigue en aumento.
"Lo que vemos es que la violencia está aumentando, y lo más preocupante es que la sociedad se ha acostumbrado a ella", refirió. Este fenómeno ha llevado a que las niñas que ingresan a Puerta Abierta presenten traumas más complejos y difíciles de sanar. La institución trabaja incansablemente no solo con las víctimas, sino también con las familias, para que estas tengan las herramientas necesarias para criar a sus hijos en un ambiente libre de violencia.
El trabajo preventivo sigue siendo una de las principales apuestas de Puerta Abierta, que insiste en la necesidad de abordar la violencia desde su raíz. La clave, según Durán Robertson, es cambiar la cultura familiar y educativa, para evitar que más niños lleguen a hogares como el suyo debido a la violencia.