Contrario a lo que se piensa comúnmente, generar una percepción de seguridad positiva en una comunidad implica más que el trabajo de las autoridades en la materia y los resultados que éstas logren en términos de combate a la delincuencia; sólo se siente seguro quien participa, quien contribuye con su tarea y forma parte activa de la sociedad, cumpliendo con su deber.
En el caso de la seguridad y de la justicia, la tarea del ciudadano, que sin embargo es la más importante de todas, es también posiblemente la más sencilla: la denuncia.
Es gracias a la denuncia que las autoridades pueden actuar, más allá de los hechos que detecten en claro. La denuncia visibiliza la realidad, la hace palpable y, por tanto, exige de la autoridad su actuación y resultados. Pero la denuncia también implica materializar los hechos que, sin ella, se perderían en el aire. Por tanto, la denuncia también desnuda.