En un lamentable suceso ocurrido en la colonia Las Reynas de Salamanca, Max, un pastor alemán que había sido recientemente operado de la cabeza, fue reportado como extraviado por su familia. La noticia del extravío se difundió rápidamente a través de redes sociales, donde la comunidad se unió a la búsqueda del perro en estado de convalecencia.
Sin embargo, el desenlace fue trágico. Lamentablemente, al localizar a Max, sus propietarios descubrieron que su mascota había sido envenenada por personas desconocidas. El acto de crueldad fue condenado de inmediato por la Asociación SAPA, que expresó su indignación por este nuevo caso de maltrato animal.
El hecho no es aislado. La publicación en redes sociales se llenó rápidamente de comentarios de salmantinos, quienes señalaron que este no es el primer caso de envenenamiento de perros en la colonia las Reynas.
A lo largo de los últimos meses, varios casos de maltrato animal han sido reportados en varias colonias de Salamanca en contra perros en situación de calle. Estos animales han sido víctimas de envenenamiento, mutilación, quemaduras, atropellos intencionales y otras atrocidades, lo que refleja una grave problemática de violencia hacia seres vulnerables.
El Código Penal de Guanajuato, en sus artículos 297 y 298, establece que envenenar, matar o abandonar a un animal es un delito, castigado con penas de hasta cinco años de prisión. Con la reciente reforma al Código Penal del Estado de Guanajuato, las sanciones por maltrato animal se han endurecido aún más. Ahora, quienes causen la muerte, mutilación o abandono de un animal pueden enfrentar hasta cinco años de cárcel. Además, el abandono de animales domésticos que ponga en riesgo su vida será sancionado con penas de hasta un año de prisión y multas de hasta 200 días.
La comunidad, con el respaldo de las asociaciones de rescatistas hace un llamado urgente a denunciar estos actos de violencia para que no queden impunes, y para que se haga justicia por los animales que sufren a manos de personas inescrupulosas. El caso de Max es solo uno más en una creciente ola de maltrato animal que exige una respuesta contundente por parte de las autoridades y la sociedad en general.