En la era digital, los videojuegos se han convertido en una de las formas de entretenimiento más populares. Sin embargo, su diseño altamente atractivo y su accesibilidad han generado preocupación por su potencial adictivo.
Según estudios, los videojuegos más adictivos suelen ser aquellos que ofrecen recompensas constantes, desafíos progresivos y modos multijugador en línea. Entre los más consumidos destacan títulos como Fortnite, League of Legends, Call of Duty y World of Warcraft. Estos juegos suelen incluir mecánicas como logros, microtransacciones y la posibilidad de competir con otros jugadores, lo que motiva a los usuarios a seguir jugando por horas.
Para algunos jugadores, la inmersión en estos mundos virtuales puede generar desconexión de la vida cotidiana, afectando sus relaciones sociales y su rendimiento académico o laboral. En casos extremos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido el "trastorno por uso de videojuegos" como una condición de salud mental cuando el juego interfiere significativamente en la vida del individuo.
A pesar de estos riesgos, los expertos recomiendan un consumo responsable. Establecer horarios de juego, priorizar actividades físicas y sociales, y mantener una supervisión en el caso de menores de edad son medidas clave. Además, desarrollar una relación equilibrada con los videojuegos puede potenciar habilidades cognitivas, estratégicas y sociales sin caer en la adicción.