El 74% no escapa la pobreza en México
La pobreza en México es una realidad omnipresente que se manifiesta de diversas maneras en el día a día de las personas. Desde aquellos que duermen en las calles hasta quienes venden dulces o limpian parabrisas para sobrevivir, cada una de estas actividades refleja una lucha común por mejorar sus condiciones de vida y asegurar un sustento. Estos esfuerzos, aunque visibles y variados, comparten un mismo propósito: la supervivencia en un contexto de limitadas oportunidades económicas.
Una persona se considera en situación de pobreza cuando su ingreso es menor al valor combinado de la canasta alimentaria y no alimentaria, conocido como la Línea de Pobreza por Ingresos, y además enfrenta al menos una de las seis carencias sociales: alimentación, rezago educativo, acceso a la salud, seguridad social, servicios básicos en la vivienda, y calidad y espacios en la vivienda.
Consciente de esta problemática, el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) realizó un exhaustivo estudio sobre la movilidad social en México, con el objetivo de identificar áreas críticas que necesitan intervención para apoyar a las personas afectadas por la pobreza.
El estudio reveló una preocupante realidad: el 74% de las personas que nacen en los hogares más pobres del país no logran superar esa condición de pobreza en su vida adulta.
La movilidad social, entendida como el cambio en la condición socioeconómica de una persona, puede incluir tanto mejoras como retrocesos en áreas como la riqueza, educación, ingresos y salud. Sin embargo, el estudio del CEEY muestra que numerosas barreras limitan esta movilidad, perpetuando el ciclo de pobreza y desigualdad.
Entre las principales barreras identificadas se encuentra la ubicación geográfica. Las personas nacidas en el sur de México tienen tres veces menos posibilidades de salir de la pobreza en comparación con aquellas del norte del país, a pesar de que ambas se encuentren en situaciones económicas similares. Esta disparidad regional evidencia cómo el contexto geográfico puede influir significativamente en las oportunidades de vida.
Los municipios del sur del país que se mantienen como los más pobres del país, pertenecen a las entidades de Oaxaca, Chiapas y Guerrero según un estudio elaborado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval)
Otra barrera crucial es el nivel socioeconómico del hogar de origen. La riqueza familiar contribuye en casi un 50% a la desigualdad de oportunidades económicas. Los niños que crecen en hogares con bajos recursos enfrentan mayores dificultades para acceder a una educación de calidad y, por ende, a oportunidades laborales más favorables en el futuro.
El nivel educativo de los padres también juega un papel determinante, ya que, los hijos de padres con bajo nivel educativo tienen menos probabilidades de alcanzar niveles educativos superiores, lo cual limita sus perspectivas de ingresos y su capacidad para mejorar su situación económica.
El trabajo infantil es otro factor que afecta la movilidad social. Aquellos que deben trabajar desde jóvenes y no pueden continuar sus estudios enfrentan un estancamiento o retroceso en la escala ocupacional y de ingresos, comparado con sus padres. Este fenómeno hace duradero el ciclo de pobreza, limitando las oportunidades de progreso.
Según datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía (inegi), en 2022, 3.7 millones de niñas, niños y adolescentes realizaron alguna actividad considerada como trabajo infantil, y representaron 13.1 % de la población de 5 a 17 años (28.4 millones)
Finalmente, el tipo de empleo también influye en la movilidad. Las personas provenientes de hogares pobres que comienzan en el sector informal tienen un 37.1% menos de probabilidad de obtener un empleo formal con seguridad social, lo que afecta negativamente su estabilidad económica y sus perspectivas de crecimiento.