Mikolaiv, ciudad ucraniana que se repone del embate ruso
La ciudad ucraniana de Mikolaiv se sobrepone poco a poco al último ataque con un misil ruso hace dos días al edificio de la administración regional, que ha dejado hasta el momento 16 muertos cuando aún continúan las labores de desescombro.
Las calles de Mikolaiv lucen prácticamente vacías y son pocos los ciudadanos que han decidido quedarse ante la amenaza de ataques rusos, cuyas tropas están a unos setenta kilómetros al este, en la ciudad de Jersón, la última que han ocupado en su avance desde el Donbás hacia el oeste por el sur de Ucrania.
Entre ellas está Oxana, que tiene 32 años y se ha quedado sola Mikolaiv para colaborar con la Cruz Roja. Toda su familia se ha marchado. Ella, explica a Efe, conocía a algunas de las personas que han muerto en el edificio atacado porque les llevaba café y té cada día. "Y de un día para el otro han desaparecido", lamenta entre lágrimas.
"En esta guerra todo da miedo, pero nosotros en principio no tenemos miedo y vamos a tratar de ayudar a la gente en todo lo que podamos", dice para añadir que nunca se ha planteado marcharse porque "hay que quedarse para ayudar". "Creo en Ucrania y creo en la victoria", añade agradeciendo la presencia de periodistas en su ciudad.
Mikolaiv se encuentra dentro de la zona que da acceso a Ucrania al mar Negro y a medio camino entre la ciudad portuaria de Odesa y la de Jersón, ocupada por fuerzas de Moscú.
Si bien ha sido bombardeada varias veces desde el comienzo de la guerra el 24 de febrero, Mikolaiv lleva semanas resistiendo al empuje ruso con uñas y dientes, lo que ha permitido que sus fuerzas no hayan podido atravesar el río Dnieper, junto al que se levanta la ciudad.
La desembocadura de este río, que recorre Ucrania de norte a sur pasando por Kiev y divide el país en dos, está a su vez a unos 130 kilómetros de Odesa, una ciudad de un millón de habitantes de carácter estratégico por albergar el puerto más grande del país.
A Odesa, que considera a Mikolaiv como su bastión, van llegando refugiados de la zona y en sus cementerios se da sepultura estos días a algunos de los fallecidos en los combates, así como asistencia a los heridos en la contienda que se libra a 130 kilómetros de distancia.
María Traspaderne (enviada especial)/EFE