En una conferencia de prensa que se extendió por más de cuatro horas, el presidente ruso, Vladímir Putin, reafirmó su compromiso de continuar la guerra en Ucrania durante 2025.
Según Putin, Rusia ha fortalecido su posición en los últimos años, y su ejército se encuentra entre los más poderosos del mundo. Aseguró que el país se ha vuelto un "auténtico soberano", sin depender de otros, lo que, según él, ha aumentado la capacidad de combate de las Fuerzas Armadas rusas.
A pesar de la difícil situación en el terreno y las pérdidas humanas, Putin expresó su determinación de seguir adelante con el conflicto, sin ofrecer una estimación de cuándo podría terminar la guerra.
El presidente ruso reconoció que el conflicto ha sido complicado, y que las tropas rusas han sufrido más de 700,000 bajas. No obstante, destacó los avances territoriales, especialmente en la región de Donetsk, asegurando que las fuerzas rusas conquistan "kilómetros cuadrados de territorio" cada día.
Aunque no quiso predecir el fin de la guerra, Putin insistió en que la situación sigue siendo difícil de prever. En este sentido, señaló que Rusia no necesita una tregua temporal, sino una "paz duradera" que se logre a través de la victoria en el conflicto.
Además, Putin desafió directamente a Occidente al plantear un "duelo" entre los misiles hipersónicos rusos y los sistemas de defensa antimisiles occidentales. En sus palabras, los misiles rusos Oréshnik, con un alcance de hasta 5,500 kilómetros, son tan rápidos que no pueden ser interceptados por los sistemas de defensa enemigos.
Este "experimento tecnológico" fue presentado como una demostración de la superioridad de Rusia en cuanto a armamento de alta tecnología, sugiriendo que Occidente no podría hacer nada para detener los misiles rusos si estos fueran lanzados contra Kiev.
Putin también abordó la situación en Siria, donde Rusia ha apoyado al presidente Bachar al Asad desde 2015. Aunque muchos analistas consideran que Rusia ha fracasado en sus objetivos en Siria debido a la caída de Asad en diversas áreas, Putin insistió en que la intervención rusa ha sido exitosa.
Según él, Rusia ha logrado evitar que se estableciera un enclave terrorista en Siria, lo que justificó la presencia militar rusa en el país. Además, destacó que la mayoría de los grupos sirios han expresado interés en que Rusia mantenga sus bases en el territorio, aunque aún no se ha tomado una decisión final al respecto.
El presidente ruso también mencionó la evacuación de aproximadamente 4,000 soldados iraníes a Teherán, lo que subraya la estrecha relación entre ambos países en el conflicto sirio. No obstante, también indicó que las relaciones de Rusia con las fuerzas políticas que ahora controlan Siria seguirán evolucionando, y que se tomará una decisión sobre la permanencia rusa en el país conforme la situación se desarrolle.
Aunque Putin se mostró seguro del poderío militar de Rusia, también admitió que las situaciones en Ucrania y Siria siguen siendo complicadas y cambiantes. En Ucrania, a pesar de los avances en algunas regiones, la guerra continúa siendo impredecible. En Siria, la situación sigue siendo volátil, y las futuras decisiones sobre la presencia rusa dependerán de los desarrollos políticos y las relaciones con las fuerzas que dominan el país.
A través de su intervención, Putin dejó claro que no tiene intención de retroceder en ninguno de los dos frentes. Su discurso no solo mostró la firmeza del Kremlin en su lucha por los intereses estratégicos de Rusia, sino también una disposición para desafiar a Occidente y seguir ejerciendo influencia en el Medio Oriente.
Sin embargo, el futuro sigue siendo incierto, y el costo humano y político de las decisiones de Putin podría ser significativo tanto para Rusia como para el resto del mundo.