Atentos, cientos de personas siguieron paso a paso el desarrollo del primer tiempo del partido de la Selección Nacional de México contra Suecia en el Ángel de la Independencia.
A cada momento llega más gente. Se emociona cuando hay una jugada peligrosa o prometedora para el equipo tricolor. Surgen los aplausos, gritos ahogados: "¡Gooool!", "¡Nooooo!", "¡Ufffffffffffff!", "¡Vaaamos!", "¡0hhhhhh!", "¡Ahhhhh!".
Cientos de camisetas negras, blancas, verdes de la selección fueron desempolvadas. La afición no dejó ni a sus perros, como "El Muñeco" y "El Plátano", que vienen con su dueño, Rodrigo.
"Me salí del trabajo", dice al momento de señalar hacia un hotel que está en obra sobre Paseo de la Reforma, dice Pablo Altamirano que, como supervisor, no se vio en la necesidad de pedir permiso a nadie.
Me enteré ayer por la tarde de que iba a haber pantalla gigante y no me lo pierdo, afirmó.
María Inés Sánchez, tlaxcalteca que vino a la Ciudad de México para realizar un trámite, agita una bandera tricolor. La acompaña su hija: "Vinimos a la embajada de Estados Unidos y mire, nos quedamos atoradas".
Una pequeña, Pamela, agita una bandera: "Somos mexicanos", grita.
La mascota de Rusia, vestido con chaleco rojo, saluda a los espectadores. Va y viene y se saca fotos con los aficionados.
Conforme pasan los minutos, más y más aficionados se dan cita en el Ángel. Ellos no tienen dudas, habrá que festejar.
"Vine con mi familia, hoy no fui a trabajar, pero... es una ocasión especial, no?", dice un oficinista, Jesús Hernández, con una cara pícara.