En los últimos años, México ha experimentado olas de calor cada vez más intensas y prolongadas, lo que afecta la salud de la población. Durante una ola de calor, el riesgo de sufrir deshidratación, golpes de calor y problemas cardiovasculares aumenta considerablemente.
La piel es el órgano más grande del cuerpo humano y actúa como una barrera protectora contra factores externos y uno de los efectos más subestimados es el daño que las temperaturas extremas causan a la piel.
Durante la exposición a altas temperaturas y a los rayos ultravioleta, la capacidad de protección de la piel se ve comprometida. Las glándulas sebáceas se vuelven más activas, lo que causa irritación y hace que la piel sea más sensible a los rayos solares y vulnerable a la aparición de imperfecciones. Los rayos UV pueden causar daños irreparables a las células de la piel, resultando en quemaduras solares y, con el tiempo, pueden llevar a problemas más graves, como el melanoma.
Las bajas temperaturas y la humedad también ponen en peligro la salud de la piel. La baja humedad ambiental, combinada con las bajas temperaturas, aumenta la pérdida transepidérmica de agua y disminuye los niveles de lípidos y del factor hidratante natural, lo que produce xerosis cutánea.
Por ello es fundamental utilizar bloqueador solar y mantener el rostro bien hidratado para proteger la piel de los daños causados por el sol y las altas temperaturas. Estos cuidados no solo previenen quemaduras solares y el envejecimiento prematuro, sino que también ayudan a evitar infecciones y problemas más graves, como el melanoma. Cuidar nuestra piel es esencial para mantener una buena salud y bienestar general.