La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) declaró que todavía no puede dar por muertos a los tres tigres de Bengala que abandonó en un inmueble en Quechultenango, Guerrero, tras ser decomisados a narcotraficantes.
A través de una tarjeta informativa, la Profepa explica que cuando acudió a realizar el traslado de los ejemplares (sin especificar cuantos días después del aseguramiento), a una Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA), en compañía de la Fiscalía del Estado, Ministerio Público, Policía Ministerial, Guardia Nacional y Ejército Mexicano, ya no estaban en el lugar.
"Actualmente esta Procuraduría se encuentra realizando una investigación, toda vez que al arribar al domicilio donde se encontraban asegurados los ejemplares, los sellos se encontraban violados y la jaula abierta, vacía, limpia, sin restos de excretas, orina, alimentos o sangre", señalaron.
La Profepa realizo una "atenta invitación a evitar la difusión de información no confirmada, a fin de aumentar las probabilidades de encontrar a los ejemplares con vida", aun cuando existen fotos en redes sociales de los cadáveres y testimonios de los habitantes de la cabecera municipal de Quechultenango, que indican que los grandes felinos fueron abandonados a su suerte sin agua ni alimento.
Varios testigos señalan que, después del operativo de seguridad, "cerraron todo, le pusieron sellos de asegurado y nunca vinieron a recoger nada, nadie alimentó a los animales y al final se murieron de hambre".
También afirmaron que aparentemente la Fiscalía de Guerrero se llevó en una camioneta los restos de los tres tigres de Bengala, después de que perdieron la vida dentro de la jaula.