La centroizquierda chilena se convirtió en la gran vencedora de las elecciones regionales que se celebraron en segunda vuelta este domingo, en las que obtuvo la mayor parte de las gobernaciones, incluida la de Santiago de Chile, con el 99,9 % de los votos escrutados.
El pacto de Unidad Constituyente (izquierda y centro) logró el poder sobre la capital, en la que el candidato Claudio Orrego, de la Democracia Cristiana, se impuso por un 52,7 % de los votos, y el grupo se quedó con 10 de las 16 regiones del país, ocho de ellas obtenidas en balotaje y dos en primera vuelta.