Para evitar futuras pandemias, un grupo de científicos llegaron hasta una gruta perdida en la selva gabonesa en búsqueda de virus emergentes.
Vestidos con un traje de protección amarillo y cubiertos de pies a cabeza, seis hombres estudian a los murciélagos en la cueva de Zadié, en el noreste de Gabón, estos animales podrían ser el origen de la mayoría de las epidemias transmitidas al hombre en los últimos años: el SARS en 2003, el MERS en 2012, el Ébola y hoy el SARS-CoV-2, el virus de la pandemia que tiene en emergencia al planeta.
El camino está lleno de musgo, cortezas y hojas, el clima tropical, cálido y húmedo, y su exuberante fauna, son terreno propicio para la proliferación del virus, algo de lo que no tienen conciencia las poblaciones locales.
"¡Tiren!", ordena el profesor Gaël Maganga, de la universidad de Franceville, la red sirve para capturar a los mamíferos.
Toman las muestras bucales y rectales con hisopos esterilizados.
"Nuestro trabajo consiste en identificar los agentes patógenos que podrían representar un riesgo para las poblaciones humanas, y comprender las transmisiones entre especies", dijo el científico.
El 29 de octubre, el grupo de expertos de la ONU sobre la biodiversidad (IPBES) advirtió en un informe que las pandemias como Covid-19 iban a multiplicarse y provocar cada vez más muertes, aludiendo a la inmensa reserva de 1.7 millones de virus desconocidos en el mundo animal, de los que 540 mil a 850 mil "tendrían la capacidad para infectar a humanos".
El 70% de las nuevas enfermedades (Ebola, Zika) y "casi todas las pandemias conocidas" (gripe, sida, Covid-19) son zoonosis, es decir procedentes de patógenos animales.
"Hay que dejar de pensar que el hombre está de un lado y el animal del otro. En cuestión de salud, lo que pasa en uno va a tener impacto en el otro. Proteger la fauna salvaje, proteger la naturaleza, es proteger al hombre", expresó Pauline Grentzinger, veterinaria del Parque natural de Lékédi, que trabaja para preservar la biodiversidad, cerca de Franceville.
Los comportamientos humanos originan a menudo la emergencia de los virus. Hoy, con la presión demográfica, la intensificación de la agricultura o la caza, los contactos entre humanos y animales son cada vez más frecuentes", explicó el profesor Maganga.
Maganga también ha demostrado la presencia de varios tipos de coronavirus en estos murciélagos, muchos de ellos cercanos a los coronavirus humanos.
Las poblaciones locales llegan a cazar murciélagos, o realizar cacerías de antílopes, gacelas, monos u otros animales salvajes.