Son las 11 de la mañana. Los rayos del sol cada vez se sienten con más intensidad. Debajo de un huizache, esperan ejidatarios de El Refugio, municipio de Matamoros. Hacía una semana que habían recorrido alrededor de 40 kilómetros para llegar a Torreón y denunciar lo que consideran un intento de despojo de sus tierras por parte de José Antonio Tricio
"Se metió y a las tierras sin pedir permiso de nadie, dice que al cabo no le podemos hacer nada, hasta indios nos dijo (...) tiene como un como un mes que empezó a meter su maquinaria y se le dijo que parara y no paro, seguía, él seguía, y al cabo no le hacemos nada, que él tiene palanca", dijo Emilio Leija, comisariado Ejidal.
El huizache está a un costado del cauce del Río Aguanaval, sobre el bordo de contención. Esas tierras también eran de ellos, pero Conagua las tomó sin pago alguno de por medio, para la rectificación y encauzamiento del río. A un lado, están las tierras ejidales y la zanja que, comentan, es hasta peligrosa.
"También estamos inconformes porque hubo partes en que se acercó mucho al bordo de contención, entonces ahí pone en riesgo a los ranchitos aledaños que hay cuando el agua crece se pone en peligro el bordo de contención", dijo José Rodríguez Herrera, ejidatario afectado.
Según los campesinos, José Antonio acaba de adquirir una noria que está al otro extremo de un establo de su propiedad y con esta perforación busca trasladar el agua a sus terrenos. Es por eso que acudieron a la Fiscalía de Justicia para hacer la denuncia por daños en alrededor de 200 hectáreas e intento de despojo, pero no la aceptaron colectiva, sino individual. Sólo uno, de 42 afectados, pudo hacerlo, pero no le dieron la copia, por lo que dicen que tal vez sí haya palancas.
"Y la petición a la autoridad para que nos echen la mano y que no se vayan a vender por un por un cinco, como luego dicen, porque muchas de las veces hasta los de mero arriba con cualquier cosita se venden y a nosotros nos dejan volando", dijo Salvador Rodríguez, ejidatario.
El sol abraza con más intensidad. Los ejidatarios abandonan el huizache. Van de regreso a terminar la jornada laboral, suspendida para pedir que estemos pendientes de su caso con la esperanza de que no les arrebaten lo suyo, la herencia que les dejaron sus padres o abuelos y que les fue dada para saldar una deuda de justicia social.