En Chiapas, indígenas desplazados exigen fin al crimen organizado

Indígenas tzotziles de la Organización Sociedad Civil Las Abejas de Acteal se pronunciaron el martes en la comunidad Nuevo Yibeljoj, municipio de Chenalhó, Chiapas, para exigir paz y justicia a las autoridades frente a la violencia que azota a las comunidades indígenas a manos del crimen organizado.

Tras un ayuno y oración de más de seis horas, hombres y mujeres indígenas instalaron un campamento civil por la paz en apoyo a los desplazados forzados por la violencia. "Quienes queremos paz, justicia y vivir, caminar libres y sin miedo en nuestras comunidades, nos hemos organizado para juntar nuestros corazones y palabras y exigirle a los gobiernos que tomen en serio las demandas del pueblo mexicano", declaró José Alfredo Jiménez, sobreviviente de la masacre de Acteal de 1997, donde murieron 45 personas.

Los activistas expresaron su preocupación por el incremento de la violencia y el desplazamiento de pobladores en comunidades como La Esperanza, San José del Carmen y San Clemente, cuyos habitantes se refugian en casas solidarias, la presidencia municipal y la Casa de la Cultura de Chenalhó.

"Salimos de nuestra casa, ya no tenemos comida, ni un grano de maíz, ni frijol, ni leña, no tenemos nada. Por eso queremos justicia", afirmó Catarina López, habitante de San Clemente.

Según ONG y activistas, en menos de un mes se han registrado al menos 2,000 tzotziles desplazados por el conflicto entre grupos criminales en Pantelhó y Chenalhó. El último desplazamiento ocurrió el 4 de agosto en San José del Carmen, donde 250 personas huyeron sin apoyo gubernamental.

Ante esta situación, Las Abejas de Acteal han instalado un campamento a 10 kilómetros de su lugar de origen, mientras otros buscan refugio en casas solidarias. Esta medida se suma al llamado de organizaciones sociales que alertan sobre el aumento de la violencia en la frontera México-Guatemala, con desplazamientos internos y hacia Guatemala.

El 1 de agosto, sicarios de cárteles en Chiapas reclutaron al 50% de los hombres de Ciudad Cuauhtémoc, Paso Hondo, Portal y Nuevo México, en Frontera Comalapa, y del Barrio Potrerillo en Amatenango de la Frontera, obligándolos a concentrarse en las salidas de Frontera Comalapa y Chicomuselo. Las mujeres no casadas ni con hijos fueron forzadas a cocinar para los reclutados.

Las comunidades indígenas de Chiapas claman por una respuesta inmediata y efectiva de las autoridades para frenar la violencia y proteger a los desplazados, buscando así vivir en paz y sin miedo en sus propias tierras.

Con Información de EFE.