Con un plástico como refugio, trastos amontonados, una mesa, una estufa, cartones, una cama entre el terregal y sobre ella un par de niños viendo la televisión, así ha vivido la señora Sara García y su familia desde hace ocho meses, cuando el sismo del 19 de septiembre destruyó su vivienda ubicada en Jojutla, Morelos.
"Han sido meses muy difíciles, nos quedamos sin nada, todo se perdió, pero la comunidad de afuera y de aquí mismo del municipio nunca nos abandonó y nos dio esto que es con lo que hemos podido sobrevivir", explica al fondo de la vivienda improvisada ubicada en la colonia Emiliano Zapata, una de las más afectadas.
Pese a lo anterior, Sara esta más feliz que nunca, cerca del predio en el que vive por ahora, un grupo de trabajadores construye su nuevo hogar, una casa amplía de dos pisos, resistente y con acabados modernos.
Su nueva casa es una de las 400 que construyen las fundaciones Carlos Slim y Unidos por Morelos en el municipio que perdió más de dos mil viviendas a causa del temblor. Las casas tienen 94 metros cuadrados y su valor es cercano a los 600 mil pesos.
Sara explica que el Fideicomiso Fondo de Desastres Naturales (Fonden), les otorgó 120 mil pesos que de manera posterior dieron a la fundación para contribuir a la construcción de sus nuevas casas.
No todos los damnificados han corrido con la misma suerte, a unas calles, en la esquina de Narciso Mendoza y Jesús González Ortega, en la colonia Centro, la señora Ruth Rosales atiende una entrevista afuera de un casa de campaña azul donada por el gobierno de China.
"Al principio nos quedamos en un albergue y en enero nos prestaron la casa de campaña, desde entonces vivimos aquí", asegura mientras asusta moscas con sus manos.
Explica que ella junto con su familia y la de su hermana habitaba una edificación de tres plantas en la que incluso había un local comercial. Con tristeza bajo el incesante rayo del sol explica, "era nuestra propiedad y de repente nos quedamos sin nada, no sólo perdimos la casa, también la renta del local comercial, nuestros enseres todo".
La mujer de 44 años de edad asegura, "del gobierno no hemos recibido una ayuda clara, la hemos pasado mal, con cada lluvia se mojan nuestra ropa, los papeles, todo, y así hemos estado viviendo".
Señala que hasta su vivienda se han acercado personas que le han dado dinero "es poco, pero prefieren darnos los recursos directamente a nosotros porque no confían en el gobierno y eso se les agradece mucho2, explica con una sonrisa que disminuye el pesar en su cara enrojecida por el sol.
Después del sismo la construcción en la que habitaba se mantuvo en pie, razón por la que sólo recibió una ayuda por 15 mil pesos a razón de tener daños parciales y una tarjeta para la compra de material; sin embargo, después se tuvo que demoler de manera total.
Aunque Ruth intentó cambiar el estatus de su registro ante el Fonden, su solicitud no ha sido aceptada y asegura que el dinero que le dieron no fue suficiente: "Yo me dedico a la limpieza y mi esposo es repartidor de agua, entre los dos no hemos podido juntar lo suficiente para iniciar aunque sea con un cuartito, nos dieron dinero, pero necesitamos tener más para empezar".
Respecto a la solidaridad que recibió el municipio después de la tragedia explicó: "Fe algo que nunca lo hubiéramos pensado, nunca imaginamos recibir tanta ayuda de tantos estados, de tantos países y ahí se vio el amor y la muestra de cariño que nos tenemos los mexicanos que no necesitamos de candidatos, entre nosotros nos ayudamos como hermanos".
Ante la demanda de mano de obra para hacer la casas, dice que los servicios de los albañiles se han encarecido, "gracias a Dios no perdimos nuestro trabajo y al contrario, nos ayudaron mucho pero los trabajadores cobran muy caro y por ahora es imposible".
El panorama en Jojutla después del sismo era propio de una zona de guerra, casas, iglesias, oficinas y comercios derrumbados, cuerpos siendo velados en la calle, caos entre historias propias o de conocidos; ahora, después de ocho meses las condiciones son distintas, en los predios ya no hay escombros, ahora se encuentran limpios y a la espera de iniciar las labores de reconstrucción.
En cualquier punto de la ciudad montículos de grava y arena esperan que los dueños continúen o inicien las construcciones, algunos con recursos donados y otros con el resultado de un gran esfuerzo para iniciar de nuevo con la edificación de su patrimonio.
En Jojutla murieron 73 personas, el recuerdo de su partida aún conmueve a sus vecinos. Fueron ellos los que rescataron sus cuerpos de entre polvo y piedras enormes.
En la calle Constitución de 1957 y su continuación Josefa Ortiz de Domínguez, el comercio se ha acomodado en una cancha de basquetbol cubierta con una carpa, ahí se encuentran cocinas económicas, cafeterías y heladerías, tiendas de ropa y de zapatos.
Michele Bautista, empleada en la pozolería Mamarosh, explica que la estufa que ahora tienen en el negocio fue donada, igual que otros enseres, el negocio ya cuenta con todo lo necesario para atender a los clientes; sin embargo, la cancha luce vacía.
Explica que los clientes ya no van como antes: "Hemos tenido muy malas ventas pero seguimos echándole ganas nosotros y todos los compañeros".
Tras la destrucción por el terremoto en Jojutla, uno de los municipios más cercanos al epicentro, las autoridades decidieron rehabilitar las calles, "con el sismo el drenaje se colapsó y abrieron la calle para repararlo, de paso van a integrar los cables de luz subterráneos y hasta de fibra óptica, los trabajos iniciaron en enero y se tenía planeado que dudarían tres meses, ya van seis y no se ve para cuando", afirma la joven detrás del mostrador.
Ella señala un terreno lineal frente a la cancha que se extiende a lo largo de tres cuadras, desde su posición en la pozolería señala, "todo eso eran locales comerciales, ahí trabajábamos todos, pero se cayo, también la central de autobuses y el banco".
La iglesia principal del lugar se destruyó, los 73 muertos no pudieron recibir ahí la misa de cuerpo presente como dicta la tradición. Hoy sólo queda un terreno plano y cercado al que aún los peatones se dirigen y se persignan.
Muy cerca una escuela primaria y una secundaria también esperan que la reparación las alcance y al fin puedan recibir a sus alumnos.
Jojutla tiene cerca de 57 mil habitantes que ahora duermen con temor, frente al palacio municipal que permanece apuntalado. El señor Raúl García señala que en el pueblo estaban acostumbrados a sentir ligeros movimientos de la tierra, pero a partir del 19 de septiembre el miedo cambio sus vidas.