En el año 2021, un triste destino alcanzó a la Laguna de Ojuelos en Zinacantepec.
Este cuerpo de agua que alguna vez fue un refugio para patos migratorios procedentes de Canadá y un santuario para garzas locales, con 350 metros de diámetro, desapareció.
Intereses económicos por parte de ejidatarios de San Luis Mextepec, llevaron a un bloqueo del flujo de agua que provenía del Nevado de Toluca, privando así a la laguna de su principal fuente de abastecimiento. El resultado fue una desecación progresiva que transformó el espejo de agua en un lecho de lodo y maleza, que al día de hoy es empleado como un basurero improvisado.
Este acto de destrucción no solo representó la pérdida de un recurso natural invaluable, sino que también puso en peligro el delicado ecosistema urbano de la región.
Con un crecimiento poblacional del 23% en los últimos cinco años, el municipio de Zinacantepec ha tenido una voraz urbanización y desarrollo de zonas residenciales, que atienden al creciente desarrollo poblacional.
Zinacantepec se encuentra clasificado dentro de la Unidad Ambiental Biofísica como inestable, ante la ausencia de agua en los acuíferos subterráneos, la modificación antropogénica, y la poca disponibilidad de áreas naturales protegidas.
La memoria de la laguna perdida persiste en la mente de los pobladores. Es una muestra del deterioro hídrico que hoy ha hecho crisis.