Hay máscaras clásicas, simples, otras bellas, el gusto por ella es indudable, tanto que cuando se anuncia máscara contra máscara son las grandes entradas; perderla, representa que el luchador se vaya para abajo, incluso que termine retirándose.
En el mundo no existe empresa luchística que tenga la cultura de la máscara como se tiene en México, la cual es hoy por hoy un referente a nivel intencional, aseguró el escritor y cronista Diego Mejía.
Autor del libro "Primera caída. El enmascarado de terciopelo", el autor subrayó que salvo Japón y eso en algunos de sus luchadores, en México la máscara es parte de la cultura del mexicano, es un elemento que se identifica de inmediato.
El también periodista dejó en claro que la lucha libre es un deporte que combina secuencias teatrales y sigue vigente, y no solo eso, se encuentra entre los tres deportes favoritos de los mexicanos, junto con el Soccer o futbol y futbol americano.
Subrayó que lejos de ser "una payasada" como muchos la catalogan y/o ubican, la lucha libre es un deporte, es un circo y es un teatro que se engloban en uno mismo y en el que varias familias mexicanas se sostienen.
"La lucha libre es todo, si lo vemos como teatro, es la representación del bien contra el mal, pues los luchadores representan personajes y cada quien tiene una personalidad; en los años 80 se veían a Sergio "El Hermoso" y "El Bello" Greco y no joteaban, sino que eran personalidades; estaba Kato Kung Lee o Kung Fu que eran artemarcialistas en el ring, pero con mucha elegancia; es decir representan algo.
Pero Mejía sostuvo que se trata también de un deporte, toda vez que los luchadores son atletas y de alto rendimiento, con una condición física envidiable. "Si no tienes condición física, no aguantas un entrenamiento", agregó.
Por otra parte, destacó que si lo que se desea es que se vea como circo, también los es, toda vez que la serie de acrobacias que ejecutan, responden a un entrenamiento muy completo.
"Tenemos a Rodolfo García ?El Matemático?, fue cirquero y por su habilidad en el trapecio fue que brincó a la lucha libre y hoy se le reconoce como uno de los precursores de la lucha aérea de finales de los 70, junto con Álvaro Meléndez o Black Man, quienes eran atletas completos", explicó.
Recordó que en los años 70 y hasta finales de los 90, la lucha libre, era mal vista y catalogada como espectáculo para pelafustanes, salvajes, ignorantes y nacos, algo que con el paso de los años cambio.
Tanto que hoy, familias mexicanas viven de la lucha libre al asegurar que se trata de una industria que posee seguidores y ganancias, al proyectarse en televisión, sitios web, redes sociales, televisión de paga, medios impresos y hasta recorridos turísticos como el Turibus.
"La lucha libre está vigente y obviamente las entradas a veces son flojas, depende del cartel y la economía, lo cierto es que las grandes entradas se dan cuando es máscara contra máscara", agregó.
En el marco del primer año del Día Nacional de la Lucha Libre y del Luchador Profesional Mexicano, (efeméride que se celebra el 21 de septiembre), Mejía presenta "Primera Caída. El enmascarado de terciopelo", el primer volumen de una trilogía publicada bajo el sello Alfaguara Infantil y que tiene como protagonista un luchador que padece traumas en su infancia y bullying.
Esta novela, se centra en el Conde de Terciopelo, que se ha empeñado en demostrar que no hay luchador más rudo que él.
El ring no es un lugar para débiles, el chiste es apabullar a todos para llegar al estrellato; pero, la verdad, el Conde es de naturaleza sensible, y su carrera podría irse a pique por eso; lo que sucede es que desde niño le enseñaron a aguantarse como los machos y cosas por el estilo.
Le afecta lo que la gente piense de él, su enemigo acérrimo le hace burla y, para colmo de males, la niña que entrena a su rival ha descubierto su punto débil y está maquinando un malévolo plan contra él.
"Se trata de un libro de lucha libre, es la historia de un luchador, pero también una historia acerca de bullying, de la importancia de no reprimir nuestras emociones y sentimientos y, sobre todo, es una novela que versa sobre la importancia de luchar por lo que uno quiere", dijo.
Diego Mejía concluye diciendo que su libro, "es una historia narrada con sentido del humor que busca darle un lugar a lucha libre en la literatura y cultura popular, una historia que no busca ser aleccionadora, un libro cursi, sino divertido y que no está mal hacernos ver emociones y dejarlas fluir".