Al menos 170 personas murieron debido al ataque del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en las inmediaciones del Aeropuerto internacional Hamid Karzai, en Kabul y más de 150 personas resultaron lesionadas.
Entre las víctimas hay soldados y civiles estadounidenses, así como dos británicos y un niño.
Las explosiones se registraron cuando una multitud trataba de subir a alguno de los vuelos de evacuación para huir del régimen talibán. Decenas de heridos permanecen todavía ingresados en los hospitales de la capital afgana.
El jueves se informó de que había habido una doble explosión, pero el Pentágono informó que solo se trató de una, en uno de los accesos al aeropuerto, y que no hubo una segunda en un hotel. Un suicida que se hizo estallar.
El personal de los hospitales no ha dejado de trabajar en toda la noche para atender a los más de 150 heridos, muchos de ellos en estado crítico. "Ingresaban y no podían hablar, estaban aterrorizados, con la mirada perdida. Hace tiempo que no teníamos una situación así, informó la organización médica Emergency, responsable de uno de los hospitales a donde llegaron los heridos. Los talibanes condenaron el atentado y lamentaron la pérdida de 28 combatientes, todos ellos responsables de la seguridad en la zona.
Países como España han confirmado que no volarán más, pero Reino Unido y Estados Unidos tienen aún los últimos vuelos.
Tomando en cuenta la delicada situación de seguridad y la proximidad del día 31, fecha pactada por los talibanes, los distintos países de la OTAN asumen que van a dejar a miles de colaboradores en tierra. En la jornada de las explosiones 7 mil 500 personas fueron evacuadas, según los datos del Pentágono.