Durante la madrugada del 15 de septiembre, en medio de una escalada de violencia en el estado de Sinaloa, personal del Hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Villa Unión, Mazatlán, reportó haber sido agredido por un comando armado.
Según un comunicado difundido por la prensa local, el grupo de delincuentes llegó al área de urgencias del hospital exigiendo atención para personas heridas por arma de fuego.
El personal del hospital denunció haber sido sometido a violencia física y verbal, así como a los pacientes que recibían atención médica en ese momento. A pesar de no haber negado la atención, los trabajadores del IMSS recibieron amenazas de muerte, como "Si mueren ellos, mueren ustedes".
El comando armado obligó a varios enfermeros y médicos a trasladar a los heridos en una ambulancia a otro centro médico en Mazatlán, debido a que el hospital no contaba con el equipo necesario para atender sus lesiones adecuadamente. Los heridos solo fueron estabilizados en el hospital de Villa Unión.
Hasta la mañana del 16 de septiembre, las autoridades no habían hecho un pronunciamiento público sobre los hechos denunciados, y se desconocen la identidad de los presuntos sicarios, el estado de los heridos y el lugar al que fueron trasladados.
El personal del hospital expresó su temor por la inseguridad en el estado y pidió a las autoridades garantías para su bienestar. En la carta, solicitaron seguridad por parte del IMSS o del gobierno, advirtiendo que de no recibir una respuesta favorable, podrían verse obligados a retirarse para proteger su integridad. La carta concluyó destacando el daño moral que la situación ha causado a los trabajadores y sus familias.
Desde el 9 de septiembre, cuando comenzaron los ataques en Culiacán y sus alrededores, se han registrado preliminarmente 35 homicidios relacionados con las disputas entre células del Cártel de Sinaloa, incluyendo civiles armados, militares y población civil no involucrada en el conflicto.