Los bosques en el Donbass se han visto afectados por los componentes mecánicos y químicos del armamento utilizado en el conflicto. Foto de Jan A. Nicolas / DPA / PA / UN Environment Programme
Ucrania estima los daños causados a su medio ambiente por la invasión rusa en casi 50.000 millones de euros, pero la cifra podría no reflejar toda la magnitud ni el tiempo que se precisará para curar las heridas dejadas en sus tierras, aguas y biodiversidad, así como en otros países.
El país invadido espera que Rusia se responsabilice de los estragos ecológicos que ha provocado su ejército. Según la Comisión Ecológica Estatal, las pérdidas han alcanzado unos 1.907.000 millones de uah (48.000 millones de euros) sólo en las zonas controladas actualmente por el gobierno ucraniano.
Maksym Soroka, experto en seguridad medioambiental, contempla estas cifras con cautela. Entiende la necesidad de poner una cifra a las pérdidas, pero advierte en declaraciones a Efe de que es probable que ofrezcan una imagen sesgada.
"En algunos casos, el volumen de los recursos necesarios para paliar los daños medioambientales es decenas o cientos de veces superior a lo estimado, mientras que en otros la naturaleza compensará los efectos adversos", explica.
En cualquier caso, las cifras son insuficientes para medir el daño a largo plazo incurrido en los bosques, el suelo o la biodiversidad dañados, afirma Soroka.
Según los expertos en medioambiente, la fauna está muriendo en distintos lugares de Ucrania.
Un número inusualmente alto de delfines llegó a la costa ucraniana del Mar Negro desde el comienzo de la invasión rusa, según el director de investigaciones del parque nacional de Tuzlivski Lymany (Odesa), Ivan Rusev.- Calcula en 50.000 el número total de animales muertos en todo el Mar Negro.
Lo atribuye a los estragos causados por las explosiones y los sonares que los buques rusos causan al sensible sistema de ecolocalización de su fauna.
Muchos animales mueren también en los incendios provocados por los bombardeos y combates o por las minas que contaminan los bosques ucranianos del norte o los campos del sur y el este.
Aparte de las pérdidas directas para la biodiversidad, un gran problema que a largo plazo afrontará Ucrania es la contaminación masiva por los materiales de las armas. Según Soroka, esto afectará al suelo y al agua del país, lo que perjudicará la calidad de las cosechas y debilitará su papel como "granero" internacional.
Sucesivas crisis provocadas por la intervención humana en todo el país están agravando el problema.
Una de ellas es la pérdida constante de agua en uno de los mayores pantanos del país, el de Kakhovka, causada, según Soroka, tanto por los daños sufridos por la presa en manos rusas como por las acciones deliberadas de Rusia. La situación se ha estabilizado un poco gracias a las recientes lluvias, pero el embalse sigue perdiendo agua.
"El mal ya está hecho. Zonas altamente productivas de pesca se han visto afectadas. Las principales zonas agrícolas del sur también se van a quedar sin agua, lo que acarraerán la desaparición de las verduras baratas y ricas en vitaminas que se cultivan ahí y que alimentan a muchos ucranianos", afirma.
Soroka también prevé un retorno a los niveles de destrucción ecológica desconocidos desde tiempos de la Guerra Fría.
La nueva carrera armamentística, derivada de la invasión rusa, va a disparar masivamente la demanda de metales, como el cobre, el estaño o el hierro, que se utilizan en la producción de armas.
"Su extracción es extremadamente tóxica", advierte Soroka, añadiendo que los grandes países productores, como Chile o Perú, así como otros países de América Central o del Sur, Asia y África, se van a ver desproporcionadamente afectados.
Otro gran problema es la falta de expertos en medioambiente en Ucrania, lo que afectará los intentos de reconstrucción de la posguerra, subraya Soroka.
"¿Quién hará realidad la "recuperación verde"? En muchas zonas se han destruido estructuras enteras de especialistas en medio ambiente. Algunos han muerto, otros están en el ejército, otros dejaron el país y es poco probable que vuelvan jamás", lamenta a Efe el experto.
Rostyslav Averchuk. EFE