Hoy los panteones lucieron vacios, no se permitió el acceso debido a las medidas restrictivas.
Ofrendas monumentales solitarias, sin visitantes que pudieran admirarlas, debido a las instrucciones que limitan la aglomeración de personas.
Lo que en otros años era una fiesta, hoy parece más bien un día normal, dónde veladoras, flores de cempasúchil, pan de muerto, frutas y dulces, se colocaron en altares a los que se adelantaron para este día de muertos.
Altares que desde casa iluminan esta fecha que invitaba a los mexicanos a celebrar en grande la visita de los fieles difuntos.
Hoy sin embargo, la fiesta queda como un recuerdo ante la soledad acostumbrada de los panteones, esperando que estas medidas surtan efecto y retomar lo más pronto posible la cotidianidad que parece lejana.