La aplicación de pruebas de diagnóstico, ya sea de laboratorio o rápidas, es fundamental para evitar que crezcan los índices de contagio de la COVID-19, afirmó el titular del Laboratorio de Biología Molecular de la Clínica Multidisciplinaria de Salud de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), Pedro Fernando Vera Fernández.
El universitario explicó que aún con la aplicación del esquema completo de la vacuna contra la COVID-19, el riesgo de contraer la enfermedad es de 50 por ciento y de tener síntomas graves de 5 por ciento, por lo que la propagación del virus sigue latente y puede provocar la muerte entre quienes no han recibido las dosis de inmunización.
En ese sentido, refirió que son tres tipos de pruebas las más comunes para detectar si una persona tiene o ha tenido la enfermedad: la de laboratorio y las rápidas.
La prueba de Reacción en Cadena de la Polimerasa, conocida como PCR, por sus siglas en inglés, es de laboratorio. Debido a su especificidad y sensibilidad es considerada estándar de oro, con una certeza en sus resultados de 99.9 por ciento para determinar si un paciente tiene el virus SARS-CoV-2 en el cuerpo.
Esta prueba, dijo Pedro Fernando Vera Fernández, se aplica en laboratorio y los resultados están en un lapso de 48 horas. La técnica para obtener una muestra es a través de la introducción de un hisopo en la nariz y garganta.
La prueba de antígenos es otra opción para diagnosticar si una persona es portadora del virus SARS-CoV-2. A diferencia de la PCR, esta es rápida, es decir, los resultados están en menos de 15 minutos, pero su especificidad y sensibilidad es menor a 80 por ciento, por lo que la certeza de los resultados dependerá de cuándo el paciente se efectúe el examen, el cual también se aplica a través de un hisopo que se introduce en la nariz.