En medio de un tenso ambiente en Irak, debido a la violencia que azota al país, el papa Francisco rompió el confinamiento de un año para viajar en plena pandemia por Covid-19 a Irak, como un "peregrino de paz", para pedir a la reducida minoría cristiana quedarse en el país y a ayudar a su reconstrucción tras años de guerra y persecución, ignorando la pandemia del nuevo coronavirus y las preocupaciones de seguridad en su primera visita papal a la nación.
"Que callen las armas", reclamó el Papa Francisco poco después de llegar a Irak para la primera visita de un pontífice a este país afectado por las guerras y las persecuciones, saludando a los cristianos que decidieron permanecer.
El pontífice usó cubrebocas durante todo el viaje, al llegar al aeropuerto de Bagdad fue recibido por dos niños, también con barbijo, vestidos con trajes tradicionales.
Sobre la pista se desplegó una alfombra roja donde el primer ministro, Mustafa al-Kadhimi, esperaba para saludarlo. El papa cojeaba visiblemente en una señal de que su ciática, que le obligó a cancelar varios actos recientemente.
El ministro iraquí de Exteriores, Fuad Hussein, dijo que los iraquíes estaban ansiosos por recibir el "mensaje de paz y tolerancia" del pontífice, y describió su visita como un encuentro histórico entre el "minarete y las campanas".
El religioso estará tres días en el país y se reunirá mañana de manera privada con el principal clérigo chií del país, el gran ayatolá Ali al-Sistani.
Un coro, con la mayoría de sus integrantes sin mascarilla, cantaba mientras el pontífice y el primer ministro caminaban hacia la zona de recepción del aeropuerto. La gente deambulaba por el lugar sin cubrebocas y los dos mandatarios se quitaron los suyos al sentarse para su primera reunión, en la que no estuvieron a dos metros de distancia.
Una gran cantidad de personas esperaron en la carretera del aeropuerto con la esperanza de ver el aterrizaje del avión papal.
Los iraquíes estaban listos para darle la bienvenida al pontífice y a toda la atención mundial que generará su visita, con pancartas y carteles decorando el centro de la capital, Bagdad, y vallas publicitarias con la imagen del Papa y el lema "Todos somos hermanos" en la avenida principal.
En la plaza Tahrir, en el centro de la ciudad, se levantó un árbol con el emblema del Vaticano y a lo largo de las calles vacías se colocaron banderas iraquíes y vaticanas.
La delegación vaticana confía en las fuerzas de seguridad iraquíes para su protección, incluyendo el uso por primera vez de un auto blindado como papamóvil.
"Esta visita es realmente importante para nosotros y brinda una buena perspectiva de Irak porque todo el mundo estará mirando", afirmó. El alto perfil del evento dará a las fuerzas iraquíes "motivación para realizar esta visita con seguridad y paz", dijo Tahsin al-Khafaji, vocero del Estado Mayor de la Defensa iraquí.
Cabe recordar que recientemente, Irán condenó el bombardeo de Estados Unidos contra las milicias respaldadas por Irán en Siria, y negó cualquier responsabilidad en los ataques con cohetes contra objetivos estadounidenses en Irak que propiciaron la respuesta de Washington.
Estados Unidos justificó sus ataques contra posiciones del grupo paramilitar Kataib de Hezbolá a lo largo de la frontera con Irak como respuesta a los ataques con cohetes contra objetivos estadounidenses. Un ataque del que funcionarios occidentales y autoridades iraquíes han culpado a grupos respaldados por Irán.
En Irak, el cristianismo está "peligrosamente cerca de la extinción".