La contaminación del Río Lerma tiene consecuencias devastadoras tanto para el ecosistema como para sus comunidades aledañas.
El mal olor que emana del río se ha convertido en una afrenta constante para quienes viven cerca de sus orillas. Este olor fétido, afecta la calidad de vida de las personas, causando molestias respiratorias, malestar general y una sensación de insalubridad en el entorno.
La situación actual del Río Lerma requiere una acción inmediata por parte de las autoridades, sociedad civil y empresas.
La restauración y protección de este importante recurso hídrico son fundamentales para garantizar un futuro sostenible para las próximas generaciones.
Por ahora y previo a la temporada de lluvias el caudal se encuentra a una mediana capacidad; sin embargo, vecinos hacen un llamado a llevar a cabo acciones a fin de evitar inundaciones o que se desborde el río como en años pasados.