Me ha invadido un espíritu navideño tan febril que he decidido emprender una búsqueda sagrada: encontrar la decoración perfecta para estas fiestas.
Mucho se habla de la alfarería de Metepec, de sus tradiciones ancestrales y de la belleza de sus piezas. Pero poco se ha dicho de la transformación que sufre la calle Ignacio Comonfort en estas fechas. En medio del inclemente sol, este lugar se convierte en una villa navideña donde el color y el espíritu festivo se apoderan de cada rincón.
Es como si, al igual que en Juego de Tronos, el invierno estuviera a la vuelta de la esquina y la Navidad hubiera decidido adelantarse.
Entre puestos que rebosan de macetas con figuras de todo tipo, desde un Grinch que me mira con complicidad hasta coloridos nacimientos y nochebuenas de todos los tamaños y precios
El calor aprieta, pero el ambiente es tan contagioso que no puedo evitar sonreír.
Y cuando el recorrido llega a su fin, no hay nada mejor que una nieve de gansito para refrescarme y reflexionar sobre esta experiencia. En este pequeño pueblo mágico he encontrado mucho más que una simple decoración navideña. He encontrado la esencia misma de estas fiestas: la alegría, la tradición y la importancia de apreciar los pequeños momentos