La colocación de altares en los hogares mexicanos lleva cientos de años durante la celebración del día de muertos, para honrar a los familiares que se adelantaron.
Tras la Conquista de España, hubo una combinación de aspectos religiosos y prehispánicos, pues los aztecas honraban a los muertos con celebraciones y rituales.
El día primero de noviembre es para todos los Santos, los muertos infantes, y el dos de noviembre es para los fieles difuntos.
Algunos altares se conforman por dos niveles que significan el cielo y la tierra, o tres escalones que son el cielo, la tierra y el purgatorio o 7 por los siete pecados capitales.
En los niveles se observa la Flor de cempasúchil, Dulces, fruta, la fotografía del difunto, y pan.
Lo que no puede faltar en la ofrenda es el elemento agua, fuego, aire y tierra, y lo principal el copal, elemento prehispánico.
La ofrenda de muertos busca reencontrar a la persona fallecida a través de la memoria.