A quince días de haber concluido el proceso electoral, las calles y avenidas de las ciudades todavía se vislumbran repletas de desechos usados para las campañas de las y los candidatos de elección popular.
Estos residuos son conocidos como basura electoral y una vez que concluyen las votaciones pocos candidatos se preocupan por estos materiales altamente contaminantes.
La basura electoral contribuye a la contaminación visual y ambiental de las ciudades. Los materiales utilizados son difíciles de reciclar y tardan muchos años en degradarse.
Además, la presencia de estos residuos puede obstruir alcantarillas, contribuir a inundaciones y afectar la vida silvestre a través de lagunas, ríos y mares.
La ciudad de México encabeza la lista de mayor cantidad de desechos electorales, seguido de Jalisco, Nuevo León y el estado de Veracruz.
En 2014 fue la última vez que se tocó el tema medioambiental en las elecciones a través de la expedición de la ley general de instituciones y procedimientos electorales, la cual busca regular los materiales con los que se elaboran las propagandas políticas.
¿Entonces es congruente el discurso de atención al cambio climático con la basura que generan los partidos políticos?