La tecnología siempre está presente en nuestra vida diaria y los niños cada vez tienen mayor acceso a ella mediante la televisión, los videojuegos y celulares, que pueden traer efectos negativos.
De acuerdo con el estudio de la Revista de Psicología Social Aplicada (Journal of Applied Social Psychology), se encontró que la frecuencia cardiaca era mayor al jugar un videojuego violento. Y también se reveló que, las personas que tienen esta interacción a edades más tempranas están más propensos a poseer una peor salud mental y un comportamiento agresivo.
El uso excesivo de los videojuegos es un problema actual, ya que los niños suelen jugar sin supervisión, sin límites de tiempo y, en algunos casos, tampoco se supervisa el contenido que consumen, el cual, podría ser inapropiado para ellos.
Los padres deben poner límites a sus hijos, tiempos y horarios de juego, e incluso jugar con ellos, ya que representará un medio para una relación de padre e hijo.
También se deben respetar las clasificaciones del juego, en el rango de las edades. Y el padre debe checar el contenido del mismo.
La interacción con los videojuegos tiene que ser un espacio de recreación, no una necesidad. Si va más allá de estar pegado a una consola, debe de representar un foco de alarma para los padres de familia.