Al menos 18 civiles murieron y otros 45 resultaron heridos en un nuevo atentado suicida ocurrido hoy en la ciudad de Jalalabad, capital de la oriental provincia de Nangarahar, donde al menos 36 personas murieron la víspera por una explosión.
"Un atacante suicida detonó sus explosivos cerca del complejo del gobierno en la ciudad de Jalalabad el domingo por la tarde", informó Najibullah Kamawal, jefe del Departamento de Salud de Nangarhar, según un reporte de la cadena TOLO News.
El atentado ocurrió poco después de las 15:00 horas locales (10:30 GMT) frente a la oficina del gobierno provincial y se produce un día después de que un terrorista suicida mató al menos a 36 personas en el distrito de Rodat, en Nangarhar, durante una reunión entre militantes Talibán y miembros de las fuerzas de seguridad afganas.
Por ahora, ningún grupo se ha atribuido la responsabilidad del atentado explosivo de este domingo, pero el de ayer fue reclamado por la filial del Estado Islámico (EI) en Afganistán, en un mensaje publicado a través de su agencia de noticias, Amaq.
El nuevo ataque ocurre en medio de los reportes de prensa de que el Movimiento Talibán descartó la extensión del acuerdo de cese del fuego implementado por las festividades musulmanes del Eid al-Fitr, que ponen fin al sagrado mes de ayuno del Ramadán, el cual termina esta noche.
El presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, anunció la víspera la extensión de la tregua, aunque el portavoz del Talibán, Zabihullah Mujahid, subrayó este domingo que el alto el fuego termina este domingo a la medianoche.
"No tenemos intención de extender el alto el fuego", afirmó Mujahid en un mensaje de WhatsApp enviado a medios informativos internacionales en Afganistán.
TOLOnews informó la víspera, citando al presidente Ghani, que el gobierno del país y el grupo extremista habían acordado prolongar la tregua, que se anunció inicialmente el 11 y el 19 de junio, aunque no especificó la fecha de finalización.
La decisión de los talibanes de mantener un cese del fuego con el gobierno afgano fue la primera, desde que el Movimiento fue derrocado en 2001 y alienta la posibilidad de un acuerdo de paz definitivo.
El Movimiento Talibán, que proclama el extremismo religioso islámico, llegó al poder en Afganistán en 1996, bajo la imposición de una de las más estrictas interpretaciones de la Sharia (Ley Islámica), que se hizo trágicamente conocida a nivel internacional por el maltrato a las mujeres.
Durante el régimen del Talibán, las afganas se vieron obligadas a usar la burka, una túnica que las cubre de cabeza a pies y sólo tiene una abertura a la altura de los ojos, tenían prohibido trabajar y recibir educación después de los ocho años, salvo para el estudio del Corán.
El régimen fue derrocado tras la invasión de Estados Unidos a fines de 2001, luego de los atentados del 11 de septiembre de ese año contra las Torres Gemelas, orquestado por el fallecido líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, quien en ese entonces se refugiaba en Afganistán, protegido por el Talibán.
La Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) estima que 763 civiles han muerto y mil 495 han sido heridos en los primeros tres meses de 2018 a causa de atentados u otros actos de violencia como resultado del conflicto en el país asiático.