México se encuentra entre los tres principales países exportadores de carne de caballo, pero es en Asia y Europa donde más se consume este producto, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).
Por motivos culturales, en nuestro país es común el consumo de carne de res, pollo o cerdo, pero no de caballo. Sin embargo, su consumo es recomendable por varias razones: desde que es más económica, hasta contener mayor cantidad de proteínas y menos grasas.
Pedro Hernández Briano, coordinador del área de Producción de la Unidad Académica de Medicina Veterinaria y Zootecnia (UAMVZ) de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), en coordinación con Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), diseñó un sistema de alimentación de equinos para producción de carne de caballo para consumo humano, trabajo único en su tipo en México.
Siendo un tema de controversia, el doctor en ciencias biológicas y experto en sistemas de producción explicó a la agencia informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) las razones y condiciones en que recomienda el consumo de este tipo de alimento.
Existen diversos sitios en los que se vende la carne de caballo de manera clandestina, es decir, que no pasan por medidas de calidad, y por esta razón las personas suelen asociar este insumo con baja calidad.
No obstante, en los lugares certificados para su venta pasan por meidas de control estrictas y comprarla en estos sitios no representa ningún riesgo a la salud. De hecho, el índice de exportación en estos establecimientos es alto.
México, China y Estados Unidos son los países con mayor índice de producción de caballos, y aunque en el territorio nacional es legal su comercialización no es común su consumo. Aproximadamente 70 por ciento de la carne que se exporta proviene de caballos importados de Estados Unidos.
La investigación de Hernández Briano permite caracterizar la carne de caballo que se produce actualmente, para posteriormente estandarizar su calidad como producto, ya que los equinos no siempre tienen una alimentación adecuada previa a su sacrificio.
Además, diseñan modelos matemáticos para predecir el rendimiento y la calidad con base en características físicas del animal previo al sacrificio.
Pedro Hernández, también maestro en reproducción y genética animal, mencionó que en México la mayor parte de los caballos son criados para el trabajo o deporte, pero muchos de ellos no cumplen las características para desempeñar alguna actividad ecuestre y por algún problema físico quedan imposibilitados para hacerlo.
En ese caso, detalló, es enviado para ser sacrificado con fines de producción de carne.
Para el académico, es importante que las personas sepan que la carne de caballo que se procesa y comercializa en establecimientos de Tipo Inspección Federal en el país no representa ningún riesgo sanitario.
El sistema de alimentación diseñado por los especialistas mexicanos consiste en un manejo y dieta adecuada. Bajo este control, determinan un periodo de adaptación a la alimentación intensiva, reducen niveles de estrés, brindan hidratación a los animales y, posteriormente, los alimentan durante un periodo de 21 o 42 días, dependiendo de la grasa que necesite o del mercado de exportación.
Con esto, se cubren las necesidades alimenticias para que ganen peso, tengan cantidad grasa adecuada (característica relacionada con la calidad de la carne). Todo el manejo alimenticio y zoosanitario está totalmente libre de hormonas, promotores de crecimiento o antibióticos.
Esta es la primera vez que en México se genera un sistema de alimentación intensiva para equinos con fines de producción de carne, lo que ha generado interés de empresarios.
El trabajo del científico mexicano generó interés nacional e internacional, y actualmente la Editorial Académica Española trabaja en un libro sobre este tema.