Cada 23 de abril se celebra el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, una fecha impulsada por la UNESCO desde 1995 con el objetivo de rendir homenaje a los libros, a quienes los escriben y al acto de leer como una herramienta esencial para transmitir conocimiento, preservar culturas y fomentar la libertad de pensamiento.
La elección de este día no es casual: el 23 de abril de 1616 murieron, según diferentes calendarios, tres grandes figuras de la literatura mundial. William Shakespeare falleció bajo el calendario juliano, mientras que Miguel de Cervantes fue enterrado ese mismo día bajo el calendario gregoriano, aunque murió el 22. Además, el Inca Garcilaso de la Vega también murió en esta jornada. Esta coincidencia llevó a la UNESCO a tomar la fecha como un símbolo de unión literaria universal.
Además de estos tres grandes autores, el 23 de abril también marca el nacimiento o fallecimiento de otros escritores como Vladimir Nabokov, Manuel Mejía Vallejo y Maurice Druon, lo que refuerza aún más el carácter especial de la fecha en el calendario literario global.
En un mundo donde las pantallas dominan el tiempo libre y los algoritmos influyen en nuestras decisiones, este día se convierte en un recordatorio sobre el valor profundo de la lectura, ya sea en libros físicos o en formato digital. Leer no solo informa: también estimula el pensamiento crítico, la empatía y la creatividad.
Cada año, bibliotecas, escuelas, clubes de lectura y centros culturales en todo el mundo organizan actividades para fomentar el amor por los libros. Estas iniciativas también buscan apoyar a la industria editorial e impulsar políticas públicas que garanticen el acceso igualitario a la educación y la cultura escrita.
Pero la fecha no solo celebra a los libros. También pone en el centro de la conversación el derecho de autor, un elemento crucial para proteger el trabajo de quienes escriben. Gracias a él, se reconoce legalmente la labor creativa y se asegura que los autores puedan seguir contribuyendo al patrimonio literario global.
Actualmente, México enfrenta una alarmante disminución en los hábitos de lectura, con una caída de 14 puntos porcentuales en la población lectora adulta en la última década, pasando del 84.2 % en 2015 al 69.6 % en 2024, según el INEGI.
Además, más del 60 % de los estudiantes de nivel básico presentan dificultades para leer y comprender textos, lo que podría derivar en un aumento del analfabetismo funcional, que ya afecta al 4.7 % de los adultos en el país.
Aunque México se ubica en sexto lugar regional en tasa de lectura, sigue por debajo de países como Argentina y Chile, lo que subraya la urgencia de implementar estrategias para mejorar las habilidades lectoras y evitar un retroceso en el desarrollo educativo y cultural.
El Día Mundial del Libro es, en resumen, una invitación a reconectar con las palabras, con las historias que nos forman y con los autores que las hacen posibles. Una jornada para leer, compartir y, sobre todo, valorar el poder transformador de la literatura.