De acuerdo al Banco de México (Banxico), el sistema financiero mexicano continúa mostrando una posición sólida y resiliente, a pesar de los desafíos que enfrenta el entorno global
A nivel internacional, la economía mundial experimentó un menor crecimiento, marcado por crecientes tensiones geopolíticas y un ciclo de ajustes en las políticas monetarias de economías avanzadas, que adoptaron posturas menos restrictivas. No obstante, la economía global ha mostrado una notable resistencia ante la desinflación, evitando así una recesión generalizada.
En el caso de México, la actividad económica experimentó una desaceleración, aunque en el tercer trimestre del año se observó un crecimiento positivo en el Producto Interno Bruto (PIB), con un aumento del 1.1% trimestral. Esta recuperación fue impulsada por los tres principales sectores de la economía. A pesar de estas señales de recuperación, la inflación continuó siendo un desafío, registrando un incremento de 5.04% en el tercer trimestre, influenciada por factores atípicos en los precios de los energéticos y los productos agropecuarios.
Las presiones inflacionarias comenzaron a ceder en agosto, lo que permitió una reducción en la inflación subyacente
El Banco de México respondió a estas condiciones ajustando su política monetaria. En los últimos meses de 2024, la tasa de referencia se redujo en varias ocasiones, alcanzando un 10.25% en noviembre, lo que refleja su enfoque para garantizar la estabilidad de los precios a largo plazo. Esta política tiene como objetivo lograr que la inflación regrese a la meta establecida para el cuarto trimestre de 2025.
El sistema financiero mexicano se ha mantenido estable en este entorno complejo gracias a la solidez de sus instituciones. La banca múltiple, por ejemplo, continúa operando con niveles de capital y liquidez superiores a los requeridos por las normativas, y ha mostrado una expansión tanto en activos como en rentabilidad. Sin embargo, Banxico advierte sobre los riesgos que podrían afectar la estabilidad financiera, los cuales se agrupan en dos categorías principales: los riesgos macrofinancieros, relacionados con las condiciones económicas nacionales e internacionales, y los riesgos inherentes al propio sistema financiero, que afectan a sectores como los hogares, las empresas y el sector público.
Entre los riesgos macrofinancieros que podrían impactar la estabilidad del sistema financiero mexicano destacan las sorpresas en las condiciones financieras globales, las tensiones geopolíticas, un posible evento sistémico a nivel global, el debilitamiento de la economía nacional y los ajustes no anticipados en las calificaciones crediticias de emisores nacionales. Además, los riesgos inherentes al sistema financiero incluyen vulnerabilidades en sectores específicos como los hogares, las empresas y las entidades financieras, que podrían verse afectados por cambios en las condiciones económicas o disrupciones en los mercados.
A nivel doméstico, la morosidad en las carteras de crédito sigue siendo una preocupación, especialmente en los créditos al consumo y los préstamos automotrices
En cuanto a las empresas, el crédito bancario ha mostrado un crecimiento, aunque las empresas más pequeñas enfrentan mayores dificultades debido a su mayor morosidad. El financiamiento al sector público se mantiene dentro de niveles sostenibles, pero se prevé que los Requerimientos Financieros del Sector Público (RFSP) alcancen el 5.9% del PIB al cierre de 2024.
Finalmente, a pesar de estos riesgos, Banxico ha implementado diversas medidas para asegurar la estabilidad del sistema financiero, incluyendo ajustes regulatorios en los fondos de cobertura y en la supervisión de operaciones derivadas. Asimismo, se han actualizado las normativas para mejorar el control interno y facilitar el acceso a financiamiento a través de emisiones simplificadas.
El Banco de México, reporta seguir monitoreando de cerca el panorama económico y financiero, listo para tomar las acciones necesarias para preservar la estabilidad en un entorno global y nacional incierto