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16 de Abril del 2025
Cultura

El lado B de ser influencer: ansiedad, acoso y presión

El lado B de ser influencer: ansiedad, acoso y presión

En los últimos años, los influencers han alcanzado un notable auge gracias al alcance exponencial que ofrecen las redes sociales. Esto ha motivado a millones de personas en todo el mundo a intentar convertirse en uno



Solo en América Latina, se estima que existen alrededor de 18.9 millones de influencers, según datos de Influencity, siendo Brasil, Argentina y México los países con mayor presencia en esta industria digital.


Si bien los influencers suelen proyectar una imagen cuidadosamente construida -que varía según su nicho, su audiencia y sus objetivos, ya sean personales o comerciales-, en general tienden a mostrar una vida idealizada: éxito, felicidad, lujo o autenticidad, dependiendo de su estilo.



Pero, más allá de los filtros y las colaboraciones pagadas, ¿qué hay del lado B de ser influencer?



Ser influencer, ya sea a pequeña o gran escala, implica una exposición constante en la que tu vida personal se convierte en contenido público. Esta visibilidad puede acarrear una invasión constante a tu privacidad, con seguidores que creen tener el derecho de opinar sobre cada detalle de tu existencia.


Sin embargo, lo más alarmante no es esto, sino el grado de obsesión que algunos seguidores alcanzan, llegando incluso a investigar la ubicación de tu vivienda y hostigarte, lo que puede derivar en acoso y, a su vez, generar ataques de pánico y ansiedad.


Un claro ejemplo de esto es el caso del influencer Germán Garmendia, creador de los canales JuegaGerman con 53 millones de suscriptores y HolaSoyGerman con 44.2 millones de seguidores. El fanatismo de sus seguidores ha sido tal que Germán ha revelado haber tenido que mudarse cerca de 20 veces en solo unos meses.


En 2017, a través de un video, compartió públicamente el acoso que sufría por parte de sus seguidores, quienes no cesaban en su intento de tomar fotos o grabar videos cuando él se encontraba en su hogar



Germán expresó que no sabía qué hacer, ya que la situación ya no era saludable para su bienestar. Para proteger su privacidad, tuvo que cubrir las ventanas con acrílicos y cortinas, e incluso mostró cómo algunos seguidores intentaban escalar las paredes de su casa para espiarlo



Un estudio publicado en Psychology Today resalta que los influencers enfrentan altos niveles de estrés y depresión debido a las comparaciones sociales constantes, lo que puede reducir la satisfacción personal, afectar la autoevaluación y aumentar la ansiedad. Estas comparaciones, particularmente con influencers de alto perfil, pueden generar estados de ánimo negativos y sentimientos de inseguridad, impactando directamente en su bienestar emocional.


Asimismo, se han registrado casos trágicos de influencers que han fallecido tras someterse a procedimientos estéticos, los cuales a menudo están motivados por la necesidad de "lucir mejor" ante sus seguidores.


Esta inseguridad, en muchos casos, proviene de los comentarios y comparaciones entre influencers del mismo sector, que alimentan un ambiente de competencia constante por cumplir con estándares de belleza impuestos por las redes sociales.



Algunos influencers admiten abiertamente que utilizan filtros o edición para cumplir con expectativas estéticas, mientras que otros abogan por mostrarse sin ellos para promover la autenticidad



Mantener a una audiencia comprometida implica una producción constante de contenido atractivo, lo que puede generar una presión abrumadora. Esta exigencia suele derivar en agotamiento creativo y en la sensación de estar siempre "de guardia", incluso durante momentos personales o vacaciones. Además, la necesidad de destacar y encontrar un nicho específico donde encajar puede empujar a algunas personas a extremos que, en casos lamentables, les han costado la vida.


Un ejemplo alarmante dentro de este panorama es el caso del contenido tipo mukbang, una tendencia popular en redes donde los creadores realizan transmisiones -en vivo o grabadas- mientras consumen grandes cantidades de comida frente a la cámara.



Efecan Kultur, un influencer turco, se dedicaba a este tipo de desafíos alimentarios. Su consumo excesivo y frecuente de comidas altas en calorías, grasas y sal deterioró gravemente su salud



Con el tiempo, Kultur comenzó a experimentar dificultades para moverse y respirar, lo que lo llevó a quedar postrado en cama durante sus últimos meses de vida. Finalmente, falleció a los 24 años debido a complicaciones relacionadas con su sobrepeso. En redes sociales, contaba con 25.6 mil seguidores en Instagram y 189.2 mil en TikTok, quienes fueron testigos de cómo su salud se fue apagando en nombre del entretenimiento.



El ciberacoso y los comentarios negativos también son un riesgo significativo



Un artículo de PMC vincula el uso intensivo de redes sociales con un mayor riesgo de desarrollar síntomas de depresión y ansiedad, especialmente entre usuarios como los influencers, quienes a menudo enfrentan críticas públicas y hostilidad en línea.




Un trágico ejemplo de esto es el caso de Kristina "Kika" Dukic, una influencer y gamer serbia, quien se quitó la vida tras ser objeto de constantes ataques sobre su apariencia física, especialmente acusaciones sobre supuestas intervenciones de cirugía estética. En uno de sus últimos videos, Dukic expresó su dolor al revelar que, a pesar de sus esfuerzos, nunca lograba satisfacer las expectativas ajenas, mientras solo anhelaba ser feliz.



Un informe de la Organización Mundial de la Salud y Naciones Unidas, estima que el acoso escolar (bullying), incluyendo el ciberbullying, podría estar relacionado con alrededor de 200,000 suicidios anuales entre jóvenes de 14 a 28 años



Los escándalos éticos, como la creación de contenido sin principios morales claros, pueden tener un impacto negativo en las asociaciones con marcas, lo que podría desestabilizar tanto los ingresos como la carrera de un influencer. Esto se debe a que los creadores de contenido dependen en gran medida de su popularidad y de las colaboraciones con marcas, por lo que cualquier pérdida de credibilidad puede derivar en consecuencias financieras graves.


Un ejemplo claro de los riesgos éticos es Logan Paul, con 23.6 millones de suscriptores en YouTube. En 2018, publicó un video mostrando el cadáver de una persona que aparentemente se había suicidado en el bosque de Aokigahara, Japón, un lugar tristemente conocido por ser un destino para quienes buscan poner fin a su vida.



El video fue ampliamente condenado como una falta de respeto, y las consecuencias para su carrera no se hicieron esperar



Como resultado, YouTube retiró los canales de Logan Paul del programa Google Preferred, que conecta a los creadores más populares con anunciantes premium, lo que impactó negativamente sus ingresos. Este programa genera tarifas más altas por anuncio, por lo que su exclusión significó una disminución significativa de sus ganancias. Eric Dahan, CEO de Open Influence, señaló que el escándalo podría haber afectado su capacidad para atraer grandes marcas como Doritos, Nike y Pepsi, con las que había trabajado previamente.



El preconcepto, esa idea preconcebida sobre una persona antes de tener una experiencia directa con ella, es una de las realidades con las que los influencers suelen lidiar



Marlene Contreras, conocida por su papel como conductora en el canal Video Rola, ha logrado consolidar una presencia sólida en redes sociales, alcanzando 1.4 millones de seguidores en TikTok, 2.1 millones en Facebook y 486 mil en Instagram.


En una entrevista con Meganoticias, la influencer reflexionó sobre este fenómeno: "A menudo, por mi comportamiento en redes, me dicen: ?Pensé que eras súper fiestera, que eras borracha?, comentarios que, aunque no sean los más positivos, forman parte de esa percepción equivocada. Sin embargo, cuando me conocen en persona, suelen decirme que soy muy buena persona o muy noble".




Al hablar sobre la presión de proyectar una imagen de felicidad constante en cámara, incluso cuando no se siente así, Marlene explicó que, en su caso, prefiere no compartir demasiado cuando no está bien emocionalmente. "Cuando no me siento bien, trato de evitar publicar cosas en mis redes. En lugar de mostrarme decaída, subo fotos antiguas para seguir estando presente, pero sin perder la autenticidad que me caracteriza", compartió.



Ser influencer puede parecer ideal, pero en realidad, conlleva mucha presión. Mostrar una vida perfecta en redes puede afectar la salud mental, generando ansiedad y estrés. Aunque trae fama, también tiene riesgos emocionales que no siempre se ven






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