El Papa Francisco fue sepultado este sábado en la basílica de Santa María la Mayor, uno de los templos más antiguos y emblemáticos de Roma.
Con esta decisión, el pontífice argentino rompió la tradición de ser enterrado en el Vaticano, reafirmando su profundo amor y devoción por la Virgen María, a quien dedicó todos los días de su pontificado.
La elección del lugar no fue casual. Según relataron personas cercanas a Francisco, en 2022 tuvo un sueño en el que la Virgen le pidió que descansara a su lado. Desde entonces, dejó estipulado su deseo de ser enterrado en esta basílica, considerada la patrona de Roma y uno de los sitios más venerados por los fieles católicos.
A lo largo de su pontificado, Francisco visitó en múltiples ocasiones la imagen de la Virgen "Salus Populi Romani", ubicada en Santa María la Mayor. Antes y después de cada viaje apostólico, acudía a rezar ante ella, mostrando su gran devoción y cariño. Ahora, su tumba permanece cerca de la imagen que tantas veces acompañó sus oraciones.
El papa también tomó otras decisiones poco convencionales sobre su entierro. A diferencia de la costumbre papal de ser sepultado en tres féretros, Francisco pidió descansar en uno solo, sencillo y de madera. Además, solicitó que su tumba no tuviera esculturas ni adornos, sino únicamente una lápida con su nombre grabado.
Con estas acciones, el pontífice quiso dejar un último mensaje de humildad y cercanía a los más sencillos, fiel a los principios que marcaron su vida y su servicio en la Iglesia. El gesto ha sido interpretado por muchos como una forma de recordarle al mundo que el verdadero legado de un líder espiritual no está en los símbolos exteriores, sino en las obras realizadas en vida.
El entierro del papa Francisco fue a puerta cerrada, siguiendo su voluntad de mantener la ceremonia en un ambiente íntimo y de oración. La basílica reabrirá sus puertas al público este domingo, permitiendo que los fieles se acerquen a rendir homenaje al pontífice que eligió el camino de la humildad hasta el final.