El 5 de marzo de 2025, el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco realizó un descubrimiento que conmocionó al país.
En el municipio de Teuchitlán, Jalisco, encontraron una serie de objetos inquietantes en el Rancho Izaguirre: mochilas, cartas de despedida, fotografías, y más de 200 pares de zapatos. Junto a estos artículos personales, también fueron hallados productos como medicamentos, carteras, libros e incluso altares a la Santa Muerte.
Estos elementos sugieren que el rancho pudo haber sido utilizado como un centro de adiestramiento y exterminio vinculado a grupos criminales.
El caso ha llamado la atención de la sociedad, sobre todo porque, además de los objetos personales, se encontraron tres crematorios clandestinos enterrados bajo la tierra. Las investigaciones se reactivaron tras la intervención de este colectivo, que trabajó en conjunto con la Vicefiscalía en Personas Desaparecidas para analizar el sitio.
La importancia de este hallazgo es que pone en evidencia la existencia de campos de entrenamiento y exterminio operados por grupos delictivos, una práctica que parece ir en aumento en varias regiones del país.
El modus operandi de los grupos criminales
Los grupos delictivos en México han perfeccionado diversas estrategias de reclutamiento, según el "Mecanismo Estratégico del Reclutamiento y Utilización de NNA por Grupos Delictivos y la Delincuencia Organizada", estos reclutamientos suelen iniciar a través de redes sociales, videojuegos o incluso amenazas directas.
Muchos de los reclutados son menores de edad, quienes, a menudo, son coaccionados o seducidos por la promesa de poder, dinero y estatus.
Además, en muchas ocasiones, los reclutados son atraídos mediante engaños, ya que se les ofrecen supuestos trabajos bien remunerados en áreas como construcción, pintura, seguridad o como choferes. Sin embargo, al ser reclutados, descubren que esto es falso y se ven obligados a unirse al crimen organizado.
El reclutamiento también está marcado por el colectivismo, donde los individuos ven su progresión hacia el crimen como algo natural, influenciados por sus entornos sociales cercanos. En este contexto, los grupos delictivos se aprovechan de las vulnerabilidades familiares, educativas y sociales para atraer a nuevos miembros.
El reclutamiento no solo se limita a tareas como "mensajeros" o "sicarios", sino que también incluye roles en la desaparición de cuerpos o en la gestión de campos de exterminio.
Recomendaciones para evitar caer en el reclutamiento
A raíz de los recientes hallazgos, es crucial que tanto la sociedad como las autoridades implementen estrategias de prevención. Según la organización civil, Reinserta, una de las principales recomendaciones es fortalecer la educación y la conciencia en las comunidades vulnerables.
El apoyo a las familias, la creación de espacios seguros para los jóvenes y la intervención de las escuelas son esenciales para evitar que los menores de edad caigan en las redes del crimen organizado.
Es fundamental también que los padres y tutores estén atentos a las señales de alerta, como cambios en el comportamiento de sus hijos, un aislamiento social excesivo o el uso de redes sociales sin supervisión.
Las autoridades locales deben colaborar más estrechamente con los colectivos de búsqueda y ofrecer apoyo psicológico y jurídico a las víctimas del reclutamiento forzado.
Además, las organizaciones gubernamentales deben establecer campañas informativas que sensibilicen a la población sobre el reclutamiento de niños y adolescentes y ofrecer vías de denuncia seguras. La coordinación entre los niveles de gobierno, las fuerzas de seguridad y la sociedad civil es clave para frenar la expansión de estos grupos criminales.
El futuro del reclutamiento criminal en México
Este tipo de hallazgos pone de manifiesto la gravedad de la situación del crimen organizado en México. La implicación de menores de edad en actividades delictivas representa una violación a los derechos humanos de los más vulnerables.
Según la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), el reclutamiento de niños y adolescentes no solo es un atentado contra su integridad física, sino también contra su dignidad y su futuro.
Es necesario que México implemente un plan integral para prevenir el reclutamiento de menores, que incluya medidas educativas, sociales y legales, además de un sistema de justicia que garantice la protección y rehabilitación de las víctimas.
El caso del Rancho Izaguirre es solo la punta del iceberg de un fenómeno que amenaza a muchas comunidades mexicanas. El reclutamiento de jóvenes por parte de grupos criminales es una problemática compleja que requiere una respuesta inmediata y coordinada para proteger el futuro de la niñez y adolescencia en el país.