El inicio de 2025 marcó un hito preocupante en el registro climático global, con enero catalogado como el enero más caluroso desde que se tienen registros, según datos emitidos por el Servicio de Cambio Climático Copernicus (C3S)
Este nuevo máximo térmico se produce pese a la presencia de La Niña, un fenómeno meteorológico conocido por inducir un enfriamiento temporal en las temperaturas a nivel global.
Durante enero de 2025, la temperatura media del aire en la superficie terrestre alcanzó los 13,23 grados Celsius, superando en 0,79 °C el promedio correspondiente a los meses de enero del periodo 1991-2020. Aún más alarmante, esta cifra excedió en 1,75 °C los niveles preindustriales, es decir, el periodo anterior a la alteración climática provocada por la actividad humana a través del uso intensivo de combustibles fósiles como el carbón, petróleo y gas.
Este enero se distingue como el décimo octavo de los últimos diecinueve meses en los que la temperatura media mundial del aire en superficie sobrepasó en más de 1,5 °C los niveles preindustriales. Asimismo, superó en 0,09 grados Celsius al récord previo establecido en enero de 2024
Contrario a las expectativas de los expertos, que preveían una disminución en la racha de récords de calor observada en 2023 y 2024 ?los años más calurosos registrados hasta la fecha?, con el declive de El Niño y el surgimiento de La Niña, el efecto de enfriamiento no se materializó.
Julien Nicolas, científico climático de Copernicus, expresó su sorpresa ante esta situación, señalando la ausencia del esperado freno temporal en la temperatura global. Este fenómeno ha suscitado un debate entre los científicos sobre qué otros factores podrían estar impulsando el calentamiento hacia el extremo superior de las expectativas.
En cuanto a la distribución geográfica del calor, se observó que la anomalía térmica fue más intensa en el sur y este de Europa, mientras que regiones como el Reino Unido, Irlanda, el norte de Francia y el norte de Escandinavia experimentaron temperaturas por debajo de lo habitual
Fuera de Europa, las temperaturas fueron superiores a la media en el noreste y noroeste de Canadá, Alaska y Siberia, así como en el sur de Sudamérica, África, gran parte de Australia y la Antártida. En contraste, se registraron temperaturas más frías de lo normal en Estados Unidos, el extremo oriental de Rusia, la Península Arábiga y el sudeste asiático.
La temperatura media de la superficie del mar entre las latitudes 60ºS-60ºN alcanzó los 20.78 ºC, el segundo valor más elevado para un mes de enero, solo superado por enero de 20245. Este calentamiento oceánico es especialmente preocupante, ya que los océanos funcionan como reguladores climáticos vitales, absorbiendo grandes cantidades de calor y carbono de la atmósfera.
En relación con las precipitaciones, se observaron lluvias por encima de lo normal en Europa occidental, ocasionando inundaciones en algunas áreas, así como en Canadá, Rusia central y oriental, Australia oriental, el sudeste de África y el sur de Brasil
En contraposición, se presentaron condiciones más secas en las islas británicas, el este de España, el norte del mar Negro, el sudeste de Estados Unidos, el norte de México, el norte de África, Oriente Medio, Asia Central y el este de China, entre otras regiones.
En el Ártico, el hielo marino marcó su extensión mensual más baja en un mes de enero, quedando un 6% por debajo de la media, virtualmente empatado con enero de 2018. Esta reducción del hielo marino tiene implicaciones directas en el clima global, ya que disminuye la capacidad de la Tierra para reflejar la radiación solar, acelerando aún más el calentamiento.