"Es como si se lo hubiera tragado la tierra", Lupita

La señora Lupita forma parte del Colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco desde que su hijo José Manuel Sánchez Gutiérrez, de 28 años de edad, desapareció el 11 de enero de 2022. 

El miércoles 5 de marzo llegó al llamado "Rancho del Horror" en Teuchitlán, junto con sus compañeras del colectivo con la esperanza de encontrar a su hijo o alguna pista de su paradero, pero nunca imaginó que encontraría un campo de exterminio. "Pues lo primero que se siente es como mucha tristeza. Es mucha tristeza ver tanto así de prendas, tantas cosas que no quieres ni siquiera pensar que hayan vivido ellos dentro de este lugar." 

Conforme fueron recorriendo el rancho y encontraron huesos calcinados, ropa, zapatos, mochilas, y cualquier otro indicio que dejaba al descubierto las atrocidades que ahí se cometieron en contra de las personas que fueron reclutadas, llegaron un cúmulo de preguntas y emociones al imaginar todo lo que ocurrió en ese lugar. "Claro que no, claro que no, no sabíamos. O sea, es una búsqueda como cualquier otro día. Lamentablemente, pues, lo que se encontró fue algo bastante triste. Bastantes preguntas y el sentir todas las emociones movidas. Yo creo que para todas las personas que tenemos un ser ausente es muy importante tener alguna evidencia, algún dato", relató Lupita.

Lo último que supo de su hijo es que estaba en una reunión con mototaxistas en la colonia Los Cajetes, en Zapopan, cuando llegaron varios sujetos armados y se lo llevaron. "Estaba en una junta de mototaxistas y a mí me avisaron como a las 7 de la tarde que se lo habían llevado unas personas en una camioneta, en la colonia Los Cajetes. La verdad yo desconozco que estaba haciendo mi hijo ahí porque él no era mototaxista. Yo lo único que quiero creer es que estaba ahí con algunas personas conocidas".

Ante los nulos resultados de las investigaciones de la Fiscalía, la señora Lupita se unió a diferentes colectivos y comenzó a buscar a su hijo por todos lados: hospitales, Semefo, fosas clandestinas, pero hasta ahora no tiene una sola pista de su paradero. "He pegado cédulas de búsqueda por todos lados, pero es como si se lo hubiera tragado a la tierra. O sea, no hay rastro ni en Semefo ni en ninguna parte. La vida tranquila que tenía, de paz, cambió a una vida de miedo e incertidumbre, porque no sabemos, ahora sí que qué pasó exactamente, al menos yo no lo sé". 

Entre más indicios se encuentran en el lugar, surgen más preguntas entre los integrantes del colectivo, pero ninguna de ellas tiene respuesta. La esperanza de encontrar a sus seres queridos les da fuerza para mantenerse en pie y seguir buscando en los lugares menos pensados. "Son miles de preguntas que desgraciadamente no tienen respuesta y solamente nos queda la fe y la esperanza de continuar en la lucha buscándolos y pues, pidiéndole a Dios que nos dé la fuerza para continuar. Y si alguien sabe de sus paradero, que nos hiciera llegar algún dato para que podamos tener nosotros como mamás la paz que necesitamos".