La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha emitido un informe alarmante sobre la fragilidad global, revelando que 61 de los 177 países analizados enfrentan niveles de fragilidad que van de altos a extremos
Esta situación se caracteriza por la inseguridad alimentaria aguda, distorsiones económicas causadas por conflictos y un notable desplazamiento forzado de personas. En el documento titulado "Estados de fragilidad, edición 2025", se señala que 24 de estos países se encuentran en conflicto armado y ocho están en estado de guerra.
El estudio destaca que las naciones y regiones con niveles extremos de fragilidad albergan aproximadamente el 25% de la población mundial, es decir, alrededor de 2 mil millones de personas. Esta misma franja concentra un alarmante 72% de la pobreza extrema, con proyecciones que sugieren que esta cifra podría aumentar hasta un 92% para el año 2040. Además, se estima que 119 millones de refugiados y desplazados internos provienen precisamente de estas áreas con altos niveles de fragilidad.
Los países que experimentan mayor fragilidad incluyen Sudán, Yemen, Afganistán y Somalia, que están clasificados como de extrema fragilidad
Se ha observado un estancamiento en el crecimiento del producto interno bruto (PIB), que se sitúa en un preocupante 2%. Este estancamiento es especialmente perjudicial para las regiones que ya enfrentan múltiples dimensiones de fragilidad. La violencia, un factor determinante en este escenario, ha tenido un costo económico mundial estimado en 19.1 mil millones de dólares en 2023, representando el 13.5% del PIB global.
A pesar de la necesidad urgente de implementar políticas centradas en la paz y el desarrollo, muchos países priorizan capacidades militares y misiones enfocadas en la seguridad. Esto ha llevado a una dificultad generalizada para encontrar un equilibrio adecuado en las políticas públicas. La cooperación internacional es vista como esencial para generar oportunidades de diálogo constructivo y avanzar hacia una paz sostenible.
Los desafíos son evidentes en diversas regiones del mundo. Por ejemplo, países como Burkina Faso y Sudán del Sur han visto un aumento dramático en los niveles de inseguridad alimentaria debido a conflictos prolongados y condiciones climáticas adversas. En Sudán del Sur, las inundaciones y la debilidad económica agravan una crisis humanitaria ya crítica. En Gaza, la situación es igualmente grave; se estima que toda su población enfrenta altos niveles de inseguridad alimentaria aguda.
El informe también menciona que las crisis alimentarias han aumentado drásticamente en zonas afectadas por conflictos. En particular, se ha observado una escalada alarmante en lugares como Palestina y Sudán, donde las condiciones han llevado a una crisis alimentaria severa