Este domingo, en su editorial "Desde la fe", la Iglesia católica expresó su apoyo al programa de desarme impulsado por la presidenta Claudia Sheinbaum, que se llevó a cabo en la Basílica de Guadalupe el pasado viernes.
La campaña, que busca contribuir a la pacificación del país, fue vista por la Iglesia como una oportunidad para fomentar la coordinación entre el gobierno y la sociedad, con el objetivo de reconstruir comunidades y generar cambios profundos en la sociedad.
La Iglesia enfatizó que la paz ha sido parte fundamental de su misión desde sus orígenes. Destacó que, a lo largo de los años, muchos sacerdotes, religiosas y laicos han trabajado incansablemente para defender la dignidad humana y promover la paz, a veces enfrentando riesgos personales, como los casos de los sacerdotes jesuitas Joaquín Mora y Javier Campos en Chihuahua, y el padre Marcelo en Chiapas, quienes perdieron la vida por su compromiso con esta causa.
Este respaldo a la campaña de desarme no solo es un llamado a la acción desde el ámbito gubernamental, sino también una invitación a la sociedad en su conjunto para contribuir a la reconstrucción del tejido social. La Iglesia subrayó que, aunque su papel en este proceso es distinto al de otros sectores como el gobierno o los empresarios, todos tienen algo que aportar para mejorar las condiciones de seguridad y convivencia en el país.
A lo largo de la editorial, se hizo un llamado urgente a detener la violencia que ha afectado a miles de familias en México. La Iglesia instó a que no solo se implementen más políticas públicas para la paz, sino que también se trabaje desde las bases, comenzando con los individuos. En particular, pidió que los jóvenes no encuentren en las armas una salida a sus problemas y que la sociedad en su conjunto actúe para sanar el dolor causado por la violencia.
En este sentido, la Iglesia reafirmó su compromiso de seguir trabajando por la paz, destacando que este esfuerzo no debe ser exclusivo de una sola institución o sector. En lugar de eso, hizo un llamado a unirse en la lucha para que las armas dejen de dictar la vida en las calles y se reconozca que la verdadera paz comienza desde el interior de cada comunidad.
La intervención de la Iglesia también refleja una preocupación por las consecuencias a largo plazo de la violencia en el país, que va más allá de la inseguridad, afectando las relaciones sociales, económicas y culturales. La Iglesia se mostró esperanzada de que este tipo de iniciativas sigan avanzando, y que con ello se pueda iniciar un proceso de reconstrucción que aporte a una nación más pacífica y cohesionada.
Finalmente, la institución religiosa pidió a todos los sectores de la sociedad a involucrarse activamente en la construcción de un México sin violencia, promoviendo el entendimiento, la empatía y el respeto mutuo, para que así las armas "callen" y se restablezca la paz en el país.