Italia registró 37.255 nuevos contagios de coronavirus en el último día, una de las mayores cifras de toda la crisis, así como 544 muertos, al tiempo que los expertos detectan una leve "desaceleración" en la propagación del patógeno.
En total en el país se han contagiado 1.144.551 personas desde el comienzo de la emergencia, a mediados de febrero, las últimas 37.255 detectadas desde ayer, una cifra inferior a los casi 41.000 del viernes, pero también se han hecho menos pruebas.
Por otro lado, en un solo día se registraron 544 fallecimientos, el quinto peor dato desde mediados de abril y que aumenta el balance provisional a las 44.683 víctimas mortales.
Actualmente en Italia hay 688.435 enfermos con la COVID-19 y, aunque la gran mayoría apenas presentan síntomas y están aislados en sus casas, sigue al alza la presión a los hospitales, con 34.704 ingresados (560 más que ayer) y 3.306 en Cuidados Intensivos (+76).
Las regiones con más casos siguen siendo las norteñas Lombardía (8.129), Piamonte (4.471) y Veneto (3.578) y la sureña Campania, con capital en Nápoles (3.351).
Mientras, los expertos atisban una "desaceleración" en el avance del virus en esta segunda oleada de la pandemia, aunque los casos sigan siendo muchos, por lo que hoy instaron a perseverar en el cumplimiento de las restricciones.
El presidente del Consejo Superior de Sanidad, Franco Locatelli, explicó en rueda de prensa que el viernes por cuarto día consecutivo se observó una reducción en los ingresos en Cuidados Intensivos y además se vio una contracción del índice de transmisión del virus.
"Esto indica que la estrategia llevada a cabo funciona y se da una desaceleración que obviamente aún debe ser confirmada", sostuvo.
Este frenazo en el avance de la pandemia sin embargo no significa que la curva esté reduciéndose, avisó por su parte el presidente del Instituto Superior de la Sanidad, Silvio Brusaferro.
"El número de contagios todavía es significativo y por lo tanto no debemos bajar la guardia", instó.
El director de Prevención del Ministerio de Sanidad, Gianni Rezza, habló de "una aparente tendencia de disminución" en el ratio de transmisión del virus pero subrayó que en cualquier caso hacen falta dos semanas para confirmarlo.
Para frenar al virus el Gobierno ha decretado -en principio hasta el 3 de diciembre- un toque de queda nacional entre las 22.00 y las 5.00 locales (21.00-4.00 GMT), ha restringido los horarios de la restauración y ha cerrado cines, teatros, gimnasios o piscinas.
Pero sobre todo ha impuesto un sistema con tres niveles de restricciones a nivel regional -rojo, naranja y amarillo- para imponer las más severas a los territorios más perjudicados y evitar un cierre total del país, lo que penalizaría a las menos infectadas.
Las regiones "rojas" viven prácticamente un confinamiento, menos severo eso sí que el de la pasada primavera. En estos momentos son siete las regiones en este nivel: Lombardía, Piamonte, Valle de Aosta, Toscana, Trentino-Alto Adige (norte), y las sureñas Campania y Calabria (esta última por su precario sistema hospitalario).