La reubicación de internos del Penal del Topo Chico al Cefereso número 18 de Ramos Arizpe, Coahuila, generó zozobra, malestar y llanto de familiares de los reos.
A las afueras del reclusorio, localizado al noroeste de Monterrey, decenas de personas, en su mayoría mujeres, se apostaron desde la madrugada, luego de enterarse del operativo de traslado, para conocer la situación de sus hijos, esposos, hermanos, entre otros, que purgan penas por delitos diversos del fueron común y federal.
Hasta media mañana, una autoridad penitenciaria les informó en torno a la publicación de la lista de 256 delincuentes reubicados, familiares procedieron a tomar fotos con celulares e incluso leerlas a quienes se encontraban a la expectativa.
"Los reos reubicados fueron trasladados al Cefereso 18 de Ramos Arizpe; las visitas ?al penal del Topo Chico- se reanudan hasta el próximo sábado", se indicó a familiares, quienes expresaron su rechazo a la medida y clamaron: "Queremos verlos, queremos al director".
"Queremos al director, queremos a Derechos Humanos", clamaba el grupo de inconformes sin éxito, mientras los autobuses con reos reubicados se alejaban del lugar, en medio de un amplio despliegue policiaco.
Raquel Casillas, con su hijo preso por homicidio, entre llanto, cuestionó el traslado de su consanguíneo procesado por delito común , cuando se les dijo que reubicarían sólo a reos federales.
"Él está por homicidio, ellos dijeron que eran puros traslados para federales, que traían caso federal, están todos revueltos, robo con violencia, todos los llevan para Saltillo, no se pa? dónde, si aquí se me hacía difícil venir a verlo, ahora imagínese de aquí hasta allá", expresó llorando la mujer.
Comentó que la mañana anterior había visto a su hijo, a quien le llevó ropa, sin saber que sería trasladado a Coahuila, "mi hijo no tiene porqué irse para allá".
Juan Francisco Cruz Rodríguez, un hombre de la tercera edad, con paciencia esperaba noticias en torno a su hijo, pero primero optó por dar paso a las mujeres que también acudían a lo mismo, qué más daba un minuto más o menos en conocer la situación de su consanguíneo.
"Están angustiadas, tengo un hijo, no sé si se lo hayan llevado o no, con la esperanza de que lo hayan dejado", manifestó.
En tanto, Rocío, una joven mujer con su esposo preso en el penal regiomontano, dijo haber hablado con éste la tarde del martes anterior, sin que conocieran de la situación.
"No sabían nada ellos tampoco, al menos a mí mi esposo no me dijo nada, yo solamente quiero saber que está bien", agregó.